Triatlón Querétaro 16

martes, 4 de febrero de 2014

75 Días para Boston Marathon

La semana anterior ha sido excepcional. Después de 3 meses de lesión en rodilla y convalecencia, por fin las cosas empiezan a tomar un buen rumbo. He tenido que improvisar un programa de entrenamiento que me permita ir avanzando muy paulatinamente en mi recuperación, sin recaer en la lesión de mi rodilla, pero al mismo tiempo que me vaya redituando avances en mi acondicionamiento físico general. Boston Marathon está a menos de 80 días de distancia y hay solamente el tiempo justo para levantar el nivel para ir a hacer un papel escasamente decoroso.


El lunes de hace 8 días tocó descanso activo, según mi programa. Pero aquello de descanso es solo espejismo, pues he de quemar calorías a marchas forzadas en estos próximos meses. Así que la hora de bicicleta fija seguidos de los 2500 metros de nado en 1:03:13 no fueron nada fáciles.

Pero el martes era un día clave: tocaba un trote de 10 kilómetros, el primero en esa distancia en muchos meses. Lo hice en la banda, por aquello de aprovechar el amortiguamiento del aparato para minimizar el impacto en mi rodilla. El ritmo no era para nada importante, pero por más que quise, fue imposible no intentar ir lo más rápido que mis miedos me permitieran. El ritmo promedio salió a 6:20 min/km, una miseria comparado con lo que se supone que para mí es un ritmo normal de entrenamiento para Maratón, que no debería de subir de los 5:20 min/km. La buena noticia es que el cuerpo me pedía más; durante el trote a ese ritmo, el pulso no subió de mi 70% en ningún momento. Terminé con sensación de que necesitaba un poco más.


Miércoles.- Nuevamente la alberca fue mi anfitrión. Los 2500 metros nadados en 1:01:18 no son para espantar a nadie y esa era precisamente la idea: trabajar un poco el aparato cardio-respiratorio, al tiempo que las piernas y en especial la rodilla, tomaban un descanso.

El jueves fue nuevamente de cochinero: 6 kilómetros de trotecito confirmatorio de que mi rodilla va progresando. El viernes, descanso total, con solamente algunos ejercicios de abdominales y espalda baja y algo de trabajo de fortalecimiento de piernas con polainas de 400 gramos.

Para el sábado estaba reservada una prueba muy importante. Iríamos por 14 kilómetros, a un paso ya más cercano a mi ritmo normal de entrenamiento. Se trataba prácticamente de un control de daños, a menos de 3 meses del gran reto en Boston. Básicamente, tengo que saber si el estado actual de mi rodilla y de mi estado físico general son los mínimos suficientes para embarcarme en un viaje de 11 semanas, en el que progresivamente y un poco abruptamente, deberé de alcanzar el nivel necesario para correr 42 kilómetros en un tiempo no muy alejado de las 3:30 horas. Si los 14 kilómetros resultan en sensaciones favorables, tal vez pueda considerarme listo para tomar el "Barco a Venus", como dice la canción de Mecano.

Puse un ritmo en la caminadora de 11 kms/hr, que equivalen a un modesto 5:30 min/km. A los 15 minutos hice un receso de 1 minuto, en el que caminé a 7 kms/hr, solo para cumplir con la recomendación de los expertos, de evitar al máximo los trotes continuos en este período de recuperación, más no porque realmente lo necesitara. Retomé mi ritmo de 5:30 min/km por otros 15 minutos, pero esta vez lo interrumpí por solo 30 segundos de caminata a 7 km/hr. Volví a reanudar para ya no parar hasta que el display de la caminadora marcó una distancia recorrida de 14 kilómetros. El tiempo fué de 1:18:01, para un ritmo promedio, ya incluyendo los dos tramos de caminata, de 5:34 min/km. Lo mejor de todo fue que la rodilla jodida apenas se enteró, aunque debo reconocer que después de enfriarse, sentí cierta rigidez en los ligamentos laterales y alguna molestia al extender la rodilla al 100%. Pero todo fue pasajero y al día siguiente estaba como nuevo, para repetir la hazaña.

El domingo fue día de sacar la bici. Inicié con 30 kilómetros en un circuito cercano a casa, que completé en 1:01:08. Tampoco fue nada malo el ritmo, considerando los varios meses sin voltear a ver a la de Aluminio con ruedas. Y también sin malas señales de la rodilla. Pero venía lo más importante: 6 kilómetros en la pista de grava del Parque Providencia, con transición rápida solo el tiempo suficiente para cambiar los cleats por los Nike Pegasus. Una vez pasados los 2 o 3 minutos de sensación de piernas locas, resultantes de los 30 kilómetros en la bici, el ritmo del trote salió automáticamente en el vecindario de los 5:30 min/km más o menos. Y sin ninguna sensación molesta ni nada. Al final, paré justo a los 6 kilómetros en un crono de 33:36, para un ritmo promedio de 5:36. Totalmente cochineros, como dirían los blogueros de la Península Ibérica o sus islas circunvecinas, pero por el contrario, totalmente motivantes para mí y sintomáticos de que las cosas marchan.


Los totales de la semana fueron también alentadores. Un total de 36 kilómetros de trote, que para mis estándares es una cifra paupérrima, pero que significa un banderazo de salida para mi programa formal rumbo a Boston. Los 5 kilómetros de nado en la semana también son pocos y los 30 kilómetros pedaleados también, pero todo va sumando y ayudando a controlar el peso.

Al día de hoy 4 de Febrero, quedan exactamente 75 días para el gran día en Boston. ¿Suficientes para llegar en condiciones óptimas a Boston? Creo que no. Dadas las condiciones en que actualmente me encuentro, difícilmente podré alcanzar mi mejor estado físico de aquí al Patriot's Day (21 de Abril), pero todo sigue indicando que, por lo menos, ese día podré correr Boston Marathon a título de suficiencia.

2 comentarios:

  1. Cuánto nos gustaría a muchos poder correr en Boston aunque sea a ritmo cochinero... :)

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  2. Me alegro muchísimo de que ya estés con Boston en la cabeza y lo veas con buenas perspectivas de estar allí.

    Precaución y mucho ánimo, tienes que contarnos ese maratón.

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