Triatlón Querétaro 16

jueves, 15 de noviembre de 2012

Mi Experiencia con el Cross Training

Desde que empecé a correr hace muchísimo tiempo, hasta hace poco menos de 2 años, mi programa de entrenamiento consistió regularmente de 6 sesiones semanales de carrera. Normalmente corría de sábado a jueves y descansaba los viernes. Generalmente alternaba sesiones intensas o largas con sesiones ligeras al día siguiente, de manera que al tercer día casi siempre ya estaba más o menos recuperado para volver a hacer una sesión pesada, pero no dejaba de ser agobiante algunas veces, correr diariamente a lo largo de la semana con un solo día de descanso para las piernas. Y más en los períodos en los que llegué a correr hasta 120 kilómetros por semana, aunque en años recientes lo normal eran entre 60 y 80 kilómetros semanales.
A fuerza de tanto tiempo llevando una rutina como la anterior, creo que mi cuerpo llegó a acostumbrarse a tal régimen. Era normal para mí esta forma de programar mis entrenamientos hasta que llegó a mis manos un libro que describía una forma diferente de entrenar. El libro mencionado se llama "Run Less, Run Faster" que describe un método desarrollado por Bill Pierce, Ray Moss y Scott Murr del Furman Institute of Research and Sports Training.
En lugar de alternar sesiones de carrera fáciles con sesiones de carrera difíciles, el citado Método Furman, también conocido como método FIRST, propone alternar en una base diaria, sesiones muy rápidas o muy largas de carrera con sesiones de cross training como natación o ciclismo u otros tipos de cross training en los cuales no se soporte el peso del cuerpo en las piernas. De esta forma, los días de Cross Training hacen la función de buffer y permiten a las piernas y al organismo en general, recuperarse del alto impacto causado en los días de carrera, pero al mismo tiempo sin dejar de ejercitar otros sistemas vitales.
No bien había acabado de leer el citado libro, cuando ya me había decidido a probar el método mencionado.
Siempre había tenido la intención de algún día hacer Triatlón, razón por la cual el ciclismo y la natación fueron las principales disciplinas de Cross Training que escogí. Supuse que de esa forma, al mismo tiempo que llevara a cabo un programa de entrenamiento para, por ejemplo, Maratón, estaría entrenando mi cuerpo para cuando finalmente decidiera iniciarme en el Triatlón.
Ya tenía experiencia en el ciclismo. He sido pedalista durante mucho tiempo, aunque no me consideraba hasta entonces un ciclista "serio", que entrenara de manera formal y sobre todo, que participara en eventos competitivos o no, de ciclismo. Adicionalmente, en casa tengo equipo para spinning, como también tenía ya una buena bicicleta de ruta, por lo que incorporar la práctica del ciclismo a mi rutina de ejercicios, como parte del método Furman no iba a ser gran problema. Y en cuánto a la natación, en mi adolecencia fuí buen nadador. Aunque escasamente había participado en competencias, hubo períodos de tiempo en los cuáles entrenaba formalmente; me gustaba salir a los ríos y manantiales de mi pueblo y nadar distancias considerables. Desafortunadamente eso fué hace quizá 30 o 40 años y cuando inicié con el nuevo método de entrenamiento Furman, estaba yo totalmente fuera de forma en lo que se refiere a la natación. Muy pronto me inscribí en una alberca e inicié con el entrenamiento de natación formalmente.
Después de probar algunas semanas el método, lo encontré un tanto rígido y demasiado exigente en lo que se refiere a la intensidad de las sesiones de carrera. Los ritmos a los que recomendaba hacer las sesiones de carrera eran demasiado rápidos para mí. Opté por adaptar las distancias y ritmos de carrera un poco a mis gustos y un mucho a mis limitaciones personales, pero respetando el espíritu fundamental del método, que se refiere a dar descanso a las piernas mediante el Cross Training un día sí y un día no, pero sin dejar de ejercitar todos los días el sistema cardiovascular e incrementando el volumen total de ejercicio y la cuenta total de calorías quemadas por semana, ya considerando tanto las sesiones de carrera como las de Cross Training. El resultado fué un programa de entrenamiento muy flexible, en el que alternaba las salidas a correr a la pista o a la ruta con las sesiones en mi caminadora y con los entrenamientos de bicicleta también en mi bici de spinning o las salidas a rodar a la carretera con las sesiones de natación en la alberca, en donde de paso, me uní al grupo de Triatlón que ahí entrena.
Muy pronto quedé enganchado con mi nuevo y tropicalizado método de entrenamiento, basado en, pero no idéntico al método Furman. La gran variedad de sesiones le daban un nuevo e intensísimo sabor a mis rutinas atléticas. Empecé a contabilizar tiempos totales de entrenamiento por semana y por mes de mas del 50% mayores de lo que normalmente hacía cuando me entrenaba tradicionalmente, sin Cross Training. Mi peso, estacionado durante varios años alrededor de los 80 kilos, empezó a disminuir consistentemente, hasta llegar casi 1 año después a niveles de 74 y en poco tiempo estaba ya tan entusiasmado que consideré que era el momento para pensar en hacer mi primer Triatlón.
Con sorpresa, ví que el perfil general de mi programa de entrenamiento cambió muy poco cuando lo enfoqué a hacer Triatlón, con ayuda del coach que da la asesoría en la alberca en donde me inscribí. Si bien disminuía un poco la intensidad y la distancia de las carreras y se incrementaba la frecuencia de la natación y la longitud e intensidad del ciclismo, en realidad yo calculo que la diferencia con el programa que llevaba antes de enfocarme a Triatlón no era mayor a un 20 o 30% de cuando lo enfocaba a la carrera.
Inicialmente estuve probando el método de manera un tanto informal, sin una meta definida, sino más bien como período de adaptación. Hubo que hacer también ajustes en mi rutina cotidiana, para insertar sesiones de entrenamiento de más distancia o duración y consecuentemente más demandantes de tiempo y hubo que acostumbrarse a las diferencias que implicaba entrenar de una manera radicalmente diferente a la que durante muchos años había seguido. Después de aproximadamente 8 o 9 meses de este período de adaptación, consideré que era momento de retar al nuevo método con un objetivo de irrumpir en el mundo del Triatlón. Tres meses depués, ya siguiendo al pie de la letra el programa que yo mismo y con ayuda de mi Coach había diseñado bajo los lineamientos de Furman, logré debutar en marzo del presente año con éxito en el Triatlón. Durante el resto del año hice un par de Triatlones más, incluyendo uno en la distancia Olímpica y finalmente en el último cuatrimestre reenfoqué mi entrenamiento nuevamente hacia Maratón, con el fin de correr el ING New York City Marathon el día 4 de Noviembre, lo cuál como es del dominio público, no fué posible al haber sido suspendido dicho evento, derivado del caos provocado por la super tormenta Sandy.
Después de no haber corrido Maratón de Nueva York como estaba planeado, aún no tengo la información completa para hacer un balance de los resultados atribuíbles a Furman, ya con evidencias concretas y resultados en competencia, no solo en Triatlones sino también en un Maratón cuya preparación ya fué hecha en su totalidad entrenándome bajo el nuevo método.
Hasta ahora, y sin considerar la pieza que falta aún en el rompecabezas, puedo decir que Furman ha sido todo un éxito para mí. Más aún, si mi tiempo en Maratón Monterrey, el cual correré como revancha al fiasco de Nueva York el próximo día 9 de diciembre, baja de las 3:25 horas, podré decir que los resultados del año y principalmente del Método Furman habrán sido más que satisfactorios, verdaderamente extraordinarios para mí. Podré concluir que el Método Furman me habrá permitido:
  • Refrescar mi afición atlética
  • Darle una gran variedad no solo a mis entrenamientos con la incorporación del Cross Training, sino a mi pasión completa por el Atletismo.
  • Fusionar mi afición y pasión por el atletismo con una nueva pasión por el Triatlón, y finalmente...
  • Entrenar de manera más divertida, más variada y sobre todo, más eficiente, logrando mantener la mejora en mi desempeño atlético (y conste que a mi edad, mejora no significa necesariamente tiempos más rápidos).

Run Like GEL

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El Maratón de Nueva York que no pudo ser...


Después de que me enteré de la cancelación del Maratón el viernes justo al aterrizar en Nueva York, el ánimo se me fue a los suelos. Mientras esperábamos el taxi para llegar al hotel, muchos otros corredores hacían comentarios mayoritariamente en contra de los organizadores y el infinito enojo y desanimo eran generalizados. Debido a la emergencia, los taxis del aeropuerto tenían que ser compartidos con al menos 3 pasajeros. A nosotros (mi esposa y yo), nos tocó con una chica corredora de tal vez 26 o 28 años, originaria de Londres, pero que tenía ya algún tiempo viviendo en Canadá, y un hindú barbón con turbante y todo que no pronunció palabra en todo el trayecto. Mientras íbamos rumbo al hotel del hindú, la inglesita me preguntó el tiempo que esperaba hacer en el maratón si se hubiera corrido y cuando le dije que mi objetivo eran 3:25 hrs, se sorprendió muchísimo y me empezó a preguntar cuánta distancia entrenaba, a qué ritmos, etc. Ella esperaba correr en el rango de las 4:15 horas, y NYCM12 iba a ser su 1er Maratón; se había estado preparando por más de 10 meses para esta carrera. Por supuesto que estaba sumamente enojada por la cancelación y cuando la plática tocó ese tema, los ojos se le llenaron de lágrimas.

Llegamos al hotel y nos instalamos pero por la hora, ya no alcancé a ir a la Expo el mismo viernes, a pesar de que el comentario de todos los corredores que veníamos en el vuelo fue que de inmediato fuéramos, para ver que noticias de primera mano tenían ahí. Al poco rato recibí una llamada de un amigo de SLP, diciéndome que nos viéramos al día siguiente a la entrada de Central Park para correr unos 10 kilómetros.

Muy temprano el sábado, me encontré con mi amigo en Central Park, como habíamos acordado el día anterior. El ánimo seguía de la patada y para acabarla de amolar, me doy cuenta que se me había olvidado mi cámara. Le pregunto a mi amigo “trajiste tu cámara y me contesta: chin… se me olvidó” O sea, mal y de malas; empezamos a trotar unos 2 kilómetros por la periferia del parque, como calentamiento previo y entonces empezamos a meter candela, a ritmo muy fuerte para nosotros; no había tantos corredores ese día y mi amigo y yo íbamos corriendo a muy buen paso, tratando de sostenerlo en las subidas de Central Park, que no son para nada peritas en dulce, a pesar de que NY está, obviamente, a nivel del mar. Terminamos en 33:36 los 8 kilómetros después del calentamiento. La verdad sí me extralimité un poco, pues el ritmo fue demasiado rápido, sobre todo si esperaba correr larga distancia al día siguiente. Y esa era la idea: Justo cuando terminamos de correr en la glorietita de Columbus Circle, a la entrada del parque, estaba un grupo como de unos 30 corredores mexicanos. Inconfundibles, a pesar de que no había banderas ni nada ese día, pero con vernos la cara de gañanes, de inmediato nos reconocimos. Además, había muchas caras conocidas de carreras en México. Nos acercamos y nos dijeron que al día siguiente se correría el “New York City NO Marathon”. Así lo habían bautizado. Se darían 1, 2 o 3 vueltas de 10 kilómetros al Parque o los que quisieran, podrían correr la distancia completa. Cada quién tendría que llevar su abastecimiento y sería una carrera de convivencia en la que cada corredor o grupo de corredores decidiría la distancia a recorrer. Desde ese momento yo decidí que solo correría 30 kilómetros. Le dije a alguno de los corredores “Ni que estuviera loco para correr los 42”.

Estuvimos ahí en Coumbus Circle con el grupo de mexicanos un buen rato. De repente llegaban grupos de las más diversas nacionalidades, chocaban cinco y se iban. Había daneses, franceses, japoneses y de todos los orígenes que se puedan imaginar, a pesar de que a esa hora del sábado, ya casi a las 10 de la mañana, no había tanta gente en el parque. El grupo de mexicas se empezó a retirar, pero yo tenía que esperar a que llegara mi esposa. Cuando llegó (también sin cámara, para acabarla de fregar), el grupo de Plaza Maratones que fue el que me vendió el paquete, se retiró en conjunto, cantando el cielito lindo. Y ahí vamos todo el grupo como de 10 o 15 corredores y familiares, de regreso a Times Square, cantando el cielito lindo. Después del golpe anímico del día anterior, con la corrida y el relajo entre los mexicanos, todos empezamos a ver las cosas con un poco más de optimismo.

Después de un buen baño, me fui a recoger mi paquete a la Expo. Había bastante gente, pero no demasiada; todo el grandísimo stand de Asics, que era como mas de una cuarta parte o hasta una tercera parte de la expo, estaba al 50% de descuento. Todo parecía normal, los corredores recogiendo su paquete como si al día siguiente se fuera a correr normalmente, pero sí se sentía un ambiente de desanimo, más callado y reservado que de costumbre, no como en otros maratones en donde sientes la hormiguita de que al día siguiente vas a la aventura. Me entregaron invitaciones para correr Dublin, Fukuoka, Toronto y varios maratones más. Todos los que me iban entregando los folletos de invitación, invariablemente decían “este sí que no se va a cancelar”. La expo en general no me pareció la octava maravilla. Muy extensa pero algo congestionada, y en gran medida acaparada por Asics. De Nike ni sus luces. No vi nada extraordinariamente interesante que no hubiera visto en otras expos.

El resto del día lo dedicamos a caminar por el centro de la Ciudad mi esposa y yo. Nos fuimos a comer mariscos (¿y la carga de carbohidratos, apá?) a un restaurant por la 7ª calle y la 49ª avenida. Me atasqué de ostras y camarones y de ahí a caminar y caminar. Estuvimos en el Rockefeller Center, en el Met (museo metropolitano) y anduvimos vagabundeando por Broadway Avenue. Al final del día, después de una cena ahora sí de pasta, llegamos finalmente al hotel. La verdad, sí llegué muuuy cansado tanto de la caminada como de la carrera a todo lo que daba que había hecho en la mañana, pero como “solamente” iba a correr 30 kilómetros al día siguiente, pues ni me preocupé. En mi cuarto ya habían deslizado por debajo de la puerta una invitación oficial de Plaza Maratones para correr al día siguiente a las 9 de la mañana el New York City NO Marathon en Central Park.

El domingo llegué pasaditas de las 8:00 a Columbus Circle en Central Park. Ahora sí había más mexicanos y ahora sí, casi todos con sus playeras alusivas a México o envueltos en banderas a lo Niño Héroe. Si el día anterior el ambiente era festivo, a pesar de todo, el domingo lo era aún más.

 

Estábamos junto a un grupo de Daneses que hablaban gritando. Había nuevamente muchísimos franceses y todos con la misma camiseta, también había grupos de chilenos, italianos cualquier nacionalidad que se imaginen. Chinos, españoles, catalanes, indonesios, ecuatorianos, peruanos, guatemaltecos, brasileños, argentinos, sudafricanos, suizos, venezolanos, húngaros, alemanes, irlandeses, colombianos, noruegos, dominicanos, etc., etc., etc.

A las 9:00 en punto salimos el grupo de mexicanos de Columbus Circle hacia el circuito interior del parque y empezamos a correr. Al mismo tiempo, una avalancha humana de (casi) todas las nacionalidades del mundo hizo lo mismo y en pocos minutos ya íbamos totalmente apretados, medio trotando, medio corriendo, medio caminando, por tantísima gente tratando al mismo tiempo de avanzar. Pocas carreras o NO carreras he visto con tanta gente, así que fue sumamente sorprendente ver a tantos miles de corredores reunidos espontáneamente en Central Park. Al día siguiente, en las noticias hablaban de que habíamos sido unos 35 mil corredores en Central Park el domingo. Los mexicanos, como siempre, en bola y echando relajo. Una bandera mexicana enorme al frente, que algunos corredores se turnaban para llevar unos cuantos metros cada quién, pues pesaba bastante. Los franceses eran el contingente más numeroso de todos, sin duda. Un francés se acercó, por supuesto haciendo gala de su aroma no precisamente a rosas (¡pa’ su mecha!!!) y pidió llevar la bandera mexicana por un momento, en un buen gesto de solidaridad. No faltaron los gritos de “aguas, se la va a robar” o “acuérdense de Puebla, franceses hijos de su %&?#$&”. Poco a poco se fue abriendo la multitud y fuimos corriendo un poco más cómodos, pero de cualquier forma, no pasábamos de 5:40 o 5:50 min/km. El flujo de corredores iba en sentido opuesto a las manecillas del reloj y también en sentido opuesto a la ruta original del maratón; faltando un medio kilómetro para completar la primera vuelta, llegamos a la meta y… qué falta de sensibilidad, ¿qué clase de gente organiza este maratón? Estaba bloqueado el paso por la meta. A los organizadores no se les ocurrió que sería un buen detalle dejar cruzar la meta a los miles de corredores que espontáneamente estaban corriendo ese día; bloquearon la meta y había que dar un pequeño rodeo para salir al otro lado. Una más, cortesía de los organizadores y su lideresa ¡Qué tipos!.

Muchos corredores dejaron de correr al completar la primera vuelta y aunque se iban incorporando más corredores, ya en la segunda vuelta ya era mucho menos gente corriendo. Mucha gente iba corriendo en grupos con los de su país. Los gritos de apoyo de un contingente a otro se escuchaban a cada momento y había muchos momentos que hacían que se pusiera la piel chinita y se me hiciera un nudo en la garganta, tanto por la gente corriendo como por la gente que observaba y animaba o les daba agua o cualquier otra cosa a los corredores pero sobre todo, lo que hacía que la emoción se elevara eran los gritos de apoyo de otros países hacia México y viceversa. Era un ambiente de camaradería y de solidaridad increíble. Yo llevaba una banderita de México en el pecho y eso hacía que constantemente me gritaran “Mecsicouuuu” o “viva México” o “keep going México”, etc., etc. Cada vez que lo escuchaba, los cachetes y las orejas me ardían de la emoción y el nido en la garganta se volvía a hacer.

Ya la segunda vuelta sí fue a mi paso de Maratón, aproximadamente. Completé 20 kilómetros, di media vuelta y empecé a correr la tercera vuelta en contra del flujo de la mayoría de los corredores, lo que se podía hacer por el carril de las bicicletas sin tanto problema de ir tropezando con los corredores que venían en sentido inverso y que eran la inmensa mayoría. Correr en sentido contrario me dio la oportunidad de observar a muchísima más gente de muchísimas más nacionalidades y al mismo tiempo, de dar y recibir gritos de apoyo en varios idiomas.

Inevitablemente, cuando faltaban unos cuántos kilómetros para completar la 3ª vuelta, empecé a pensar que esos eran los últimos minutos de mi NO Maratón de Nueva York. Pasó por mi mente hacer una 4ª vuelta para completar 40 kilómetros, pero la idea de tener que caminar ese día toda la tarde por Nueva York para seguir turisteando en la ciudad, con el cansancio en las piernas resultante de esos 40 kilómetros, me hizo cambiar de idea. De cualquier forma, en esos últimos kilómetros pensaba en todo lo que había sucedido y culminado ese día. El sueño largamente acariciado de volver a correr Nueva York, la planeación de todo un año alrededor del evento, la preparación para la carrera no realizada, las ilusiones de hacer un muy buen tiempo ¿habían valido la pena? Definitivamente que la experiencia de correr este NO Maratón fue única e indudablemente será algo que nunca olvidaré. Como no olvidaré nunca cada uno de los maratones y triatlones que he corrido. Pero la euforia muchas veces nos engaña y nos hace creer que las cosas son mejor de lo que realmente fueron. Correr en Nueva York, así fuera un NO maratón, es extraordinario, pero a pesar de todo, no puedo de dejar de sentir una gran nostalgia por lo que pudo ser y es inevitable dar paso a la realidad de las cosas: No correr el maratón fue una gran decepción, tal vez la mayor en mi vida como corredor; así haya sido maravilloso lo que viví este reciente fin de semana. Un canadiense me dijo en el aeropuerto mientras esperábamos el vuelo de regreso: “Puse millas y millas en mis piernas en el NO maratón, pero no fue suficiente. El coraje y el resentimiento que nos provocó NYCM 2012 solo nos lo sacudiremos con otro maratón”. Y tiene razón. Por más catártico que haya sido correr en Central Park, con miles y miles de corredores de todo el mundo, solo correr otro gran maratón podrá hacerme olvidar lo que no pudo ser: Un gran New York City Marathon 2012.

No tengo claro si algún día regresaré a correr NY. Aparte de que nadie tenemos comprado el futuro, no estoy seguro si algún día le perdonaré a Nueva York no haberme dejado correr su Maratón este domingo. Y no es que sea rencoroso; es solo que hubo muchas cosas que no me gustaron, principalmente de parte de los organizadores, y preferiría no volver a pasar por una decepción ni siquiera parecida. Además, volví a comprobar que la ruta de NY es muy pesada e ir a USA para no hacer un buen tiempo, creo que no vale la pena. En todo caso, Chicago tal vez sea mi próxima aventura en Estados Unidos.

Y mientras al mismo tiempo que corría en Central Park mi mente se ocupaba de pensamientos como los anteriores, llegué al final de la 3ª vuelta y con ello completé los 30 kilómetros que tenía planeados. El tiempo de 2:31:32 en 30 kilómetros (5:04 Min/Km de promedio), más allá de lo irrelevante por ser una carrera de convivencia, fue rápido, considerando que los primeros 10 kilómetros los corrí en casi 1 hora. Quiere decir que mi preparación rindió frutos y de haberse corrido el maratón, muy seguramente habría estado arañando mi objetivo de bajarle a las 3:25.
Después de finalizar mi NO Marathon, empecé a buscar y buscar a mi esposa entre el mar de gente, con un frío congelante y acentuado por la ropa mojada que traía; finalmente la encontré en donde NO habíamos quedado de encontrarnos. Tomamos muchas fotos, nos fuimos al hotel, me di un regaderazo caliente y nos fuimos a tomar un tour por el centro de la ciudad en los autobuses abiertos que dan dicho servicio. Le dimos la vuelta completa a Manhattan, pasando por todos o casi todos los puntos interesantes o emblemáticos de la ciudad; después de eso no quedó mucho más tiempo que para una buena cena de despedida de Nueva York y a hacer maletas para salir muy temprano el lunes a mediodía de regreso rumbo a México.