Triatlón Querétaro 16

Historias y Leyendas de Maratón


DIONICIO CERÓN, IMPLACABLE PERSECUTOR.

Cuando llegué a trabajar al área de Toluca a principios del año 2001, una de las primeras cosas que hice fue buscar algunas buenas rutas y lugares para correr. En el fraccionamiento en donde nos instalamos se podía armar un buen circuito de 3 kilómetros, pero muy pronto me aburrí de correr todos los días en el mismo lugar, y empecé a investigar si existían otros lugares adecuados para entrenar, cercanos a mi casa. Un amigo me dijo: “Vete a Zacango, a ver si eres tan bueno”. No me estaba albureando. Muy cerca de Toluca hay un pueblo con ese nombre: Zacango. El punto central de dicha localidad es un zoológico, que está enclavado muy al inicio de las faldas del volcán, al final de una carretera sumamente inclinada. La parte final del acceso al zoológico, es una subida mucho muy pronunciada de aproximadamente 3 kilómetros; tiene a los lados los eucaliptos mas gigantescos que yo he visto en mi vida, por lo que yo le llamo a esa última parte de esa ruta “La Subida de los Eucaliptos Gigantes”, pero la característica principal es definitivamente la inclinación, tan agresiva que las primeras ocasiones que la corrí no podía completarla sin tener que caminar varias veces algunos metros durante la extenuante subida, y más porque el lugar que les comento está situado a 2,750 metros de altura sobre el nivel del mar. Cuando uno va corriendo de subida por ese camino, siente que los pulmones le estallan por el esfuerzo, la inclinación y la falta de oxígeno, cuando uno no está acostumbrado a la altitud, dejando apenas fuerzas suficientes para contemplar la extraordinaria belleza del lugar, con sus imponentes y altísimos árboles tal vez milenarios y con la vista del majestuoso volcán Nevado de Toluca al fondo. Es un lugar esplendoroso y una verdadera maravilla tanto para el corredor como para los simples mortales.

En una ocasión en que José Ramón Fernandez entrevistó a Dionicio Cerón, después de que este gran corredor mexicano ganara el Maratón de Beppu-Oita, le preguntó si siendo originario de ese rumbo, acostumbraba entrenar en el Nevado de Toluca, a lo que Dionicio contestó que no, que él consideraba que eso era demasiada altura, por lo que no se podía correr a buen ritmo y que además le parecía exagerado entrenar a 4,000 metros sobre el nivel del mar, por lo que a lo más alto que él llegaba en sus entrenamientos era a los 2,750 metros de Zacango. Era precisamente en la subida a Zacango que les comento, en donde el gran Dionicio entrenaba y en donde se hizo corredor de grandes vuelos. Ni falta que le hacía ir a entrenar a la cumbre del Nevado; correr en Zacango es tal vez mucho más difícil y más provechoso que correr en el Nevado de Toluca.

Solía Dionicio salir corriendo desde su pueblo, Santa María Rayón, a unos 20 kilómetros del zoológico de Zacango, recorrer de subida toda la carretera hacia el mismo y rematar haciendo algunas repeticiones en la desafiante Subida de los Eucaliptos Gigantes. No por nada, Dionicio era una “bestia” cuando competía. No se daba por vencido nunca en los Maratones y la razón era que se había forjado corriendo en rutas tan demandantes como la de Zacango y otras aún más difíciles.

Previo a las Olimpiadas de Barcelona en 1992, Dionicio había hecho grandes carreras en Estados Unidos. Junto con otro mexicano, Salvador “El Halcón” García, que había ganado Nueva York en 91, eran señalados como dos de los grandes favoritos para la medalla de oro. Sin embargo, el clima mediterráneo de Barcelona iba a ser para Dionicio Cerón un enemigo más temible aún que el mismo “Halcón” García o el resto de los corredores que pelearían la gloria Olímpica en la Ciudad de la Catedral de la Sagrada Familia. Si bien como dije, Dionicio era una verdadera “bestia” incansable, forjado en las alturas de la falda del Nevado de Toluca y para esos momentos era ya un corredor con cierta madurez y experiencia, nunca había corrido para bien ni para mal, en climas extremosamente húmedos y calurosos como el que enfrentaría en Barcelona.

En Abril del año Olímpico de 1992, tuve la suerte de encontrarme a Dionicio Cerón en la entrega de paquetes de la carrera Lomas Raquet 15K en San Luis Potosí. Me acerqué a él y le pregunté si era verdad lo que había yo escuchado en el sentido de que para adaptarse a un tipo de clima como el que prevalecería en la justa Olímpica, él y algunos otros corredores que representarían a México en Barcelona harían un campamento en Cuba. Me contestó “No lo haremos; ya lo hicimos". La respuesta me dejó totalmente perplejo, pero con el tiempo y poniendo las cosas en perspectiva, entendí que era tal la confianza de Dionicio, era tal su autoestima, que nunca pensó que para ganar en Barcelona sería necesario hacer un sacrificio como el que suponía entrenar varios meses en La Habana, en un clima para él totalmente extraño y desgastante.

Ya en Barcelona, todos saben lo que pasó. Dionicio corrió codo a codo con los punteros hasta el kilómetro 30 o 32 aproximadamente, antes de caer vencido por el calor y la humedad y abandonar la competencia. Tuvo incluso un desvanecimiento, víctima de golpe de calor. “No recuerdo bien qué pasó, comentó Dionicio a una televisora mexicana después de la competencia. Lo único que recuerdo es que de repente estaba siendo atendido por el personal de auxilio médico. Lo primero es mi salud y lo importante es que estoy bien”. El triunfador fue el sudcoreano  Hwang Young-Cho. En preparación para el Maratón Olímpico, este corredor coreano y su equipo se habían mudado a vivir y entrenar varios meses a una isla en el Pacífico Sur, con lo que llegó perfectamente adaptado a la humedad y el calor de Barcelona, lo que le permitió, con un tiempo bastante modesto, derrotar a todos los favoritos y ganar la medalla de oro. ¡Me imagino lo que debe de haber pensado y dicho Dionicio cuando supo lo anterior! El mexicano era mucho más corredor que Young-Cho; incluso lo había derrotado en Beppu-Oita poco antes de Barcelona, pero había sido una preparación de excelencia, específica para las condiciones de la justa Olímpica, la que había permitido al coreano vencer a Cerón y al resto de la competencia en el Maratón Olímpico.

Para el año de 1995, tres años después de la derrota en Barcelona, Dionicio ya se había convertido, a punta de triunfos y tremendos desempeños, en el mejor corredor de Maratón del mundo. El 2 de Abril de ese año, se presentaba en Londres para correr el que en esos años luchaba por posicionarse como uno de los mejores y más rápidos Maratones del orbe. Era Dionicio el campeón reinante, pues un año antes había ganado ahí mismo con un tiempo de 2:08:53, en una demostración que hasta entonces era considerada como la mejor actuación jamás vista de un maratonista en Londres. Más aún: Dionicio era el único maratonista en el mundo que había corrido 2:09 consecutivamente en los últimos 3 años. El propio Cerón, empapado de una justificada confianza, había hablado de que ese 2 de Abril buscaría correr en el rango de los 2:06 y de esa forma, darle por lo menos un susto al récord mundial que en ese momento pertenecía al etíope Belayneh Densimo (2:06:50, Rotterdam, 1988).

El día de la carrera la temperatura rondaba los 21 grados centígrados justo antes del inicio del Maratón, clima demasiado caluroso para ser considerado un aliado en los planes de Cerón de establecer una nueva marca mundial. Aún así, los pacers llevaron a los punteros a la línea del medio Maratón en 1:03:31, que representaba un ritmo perfectamente dentro de posibilidades de producir un récord ese día, a pesar de las condiciones climatológicas no favorables. Pero inmediatamente después de los 21 kilómetros, los rabbits consideraron que habían hecho ya su chamba y abandonaron la carrera, lo que hizo que los tres punteros y favoritos, Cerón, el portugués Antonio Pinto (ganador de ese mismo Maratón en 92) y el australiano Steve Moneghetti (5º Lugar en los Juegos Olímpicos de Seúl en 88 y 2º lugar en Londres en 89) empezaran a bajar ligeramente el ritmo por un momento. Pero Pinto, confiadísimo de poder revalidar su triunfo de 3 años antes, aceleró poco después. El portugués casi voló del 24K al 25, cubriendo dicho kilómetro en un relampagueante 2:53. Repitió la gracia el siguiente kilómetro y muy pronto ya estaba aproximadamente 200 metros por delante del mexicano y el australiano. Ya  nada mas tenía que mantener el paso por 16 kilómetros y un poco más y el triunfo era suyo. Qué fácil ¿no?

Cuanto Pinto cruzó por el kilómetro 32, la ventaja ya era de 300 metros sobre sus dos persecutores. Para el 35, les llevaba ¡más de 1 minuto de ventaja!. ¿El triunfo era ya suyo? No necesariamente. Justo después de 36 kilómetros, el portugués empezó a enviar señales de que algo andaba mal. Houston, we’ve got a problem! Se le empezó a ver rígido de los hombros y su tremenda y rapidísima zancada de los kilómetros previos empezó a verse menos ágil.

La ventaja que aún llevaba Pinto impedía que los que iban atrás de él observaran lo que le estaba pasando, pero cuando los persecutores cruzaron el kilómetro 36, le avisaron a Dionicio: La presa está herida. Dionicio de inmediato olfateó la sangre, como perro de caza que era, y se lanzó frenéticamente tras Pinto. Moneghetti dudó y no siguió a Dionicio de inmediato y entonces, sucedió lo increíble: Dionicio aminoró un poco, se emparejó y volteó a ver a Moneghetti y algo le dijo, urgiéndolo a que lo acompañara en la persecución del líder. No están registradas las palabras exactas que pronunció Cerón para animar a Moneghetti, pero la traducción del mal inglés de Dionicio a su seguramente florido español habría sido, palabras más palabras menos, lo siguiente: “No te quedes, ca…, échale h…, yo solo no alcanzo a Pinto, pero juntos sí lo cazamos”.

Moneghetti comentó en una entrevista después de la carrera: “el mexicano me animó a seguir. Yo estaba pensando que la carrera estaba decidida y con Pinto muy lejos y una fiera como Cerón acelerando, a lo más a lo que podría aspirar era a aguantar sin que me alcanzara el sudafricano (Willie Mtolo, que también era favorito y que a la postre terminaría en 7º lugar). Seguí a Dionicio en la persecución. Al pasar por La Torre de Londres íbamos casi volando y la espalda de Pinto cada vez la veíamos más grande”.

El implacable persecutor, Dionicio, y su fiel perro de presa, Moneghetti, continuaron a ritmos de 3:00 min/km durante 4 kilómetros y al llegar al kilómetro 40 alcanzaron al portugués Pinto, quién solo por no dejar, se pegó al mexicano y al australiano por algunos metros, solo para empezar a perder terreno y retrasarse poco a poco.

Y entonces, quedaban solamente Cerón y Moneghetti en la lucha por el triunfo, ahora peleando solos cada uno su batalla, cada quién rascándose con sus propias uñas faltando solo 2 kilómetros para llegar a la meta. Al pasar por el Palacio de Buckingham, Cerón estaba un par de zancadas adelante; raquítica ventaja, pero dadas las características de Moneghetti, era para él una distancia irrecuperable. El corredor australiano carecía de un cierre rápido, mientras que Dionicio era un perro incansable, dueño de una mentalidad triunfadora como ninguno o muy pocos corredores en México tienen o han tenido y capaz de esprintar, si fuera estrictamente necesario, para ganar el abordaje final de un Maratón. Al llegar a la meta, Dionicio le sacaba al australiano casi 10 metros de ventaja, terminando con un tremendo 2:08:16, solo un segundo más lento que el récord de la ruta, del corredor galés Steve Jones, convirtiéndose así Cerón en el primer corredor en ganar dos veces consecutivas el Maratón de Londres. Moneghetti terminó un par de segundos después y Pinto 18 segundos más tarde, siendo la primera ocasión en que tres corredores rompían la barrera de las 2:09 en Londres.

Moneghetti habló al final de cómo estaba profundamente impresionado por la forma en la que Dionicio Cerón se había negado a aceptar la derrota, agregando que había sido indudablemente Cerón, el que había mantenido viva la lucha por alcanzar a Pinto.

Cerón dijo que siempre había tenido confianza en que tarde o temprano cazaría a Pinto. La gran demostración del corredor orgullosamente mexicano lo convirtió en el primer ser humano en correr en el ámbito de los 2:09´o menos durante cuatro años consecutivos (Beppu-Oita 92, Fukuoka 93, Londres 94 y 95) y lo ratificó como el mejor corredor de Maratón del mundo. De los 5 más recientes Maratones en los que Cerón había participado, ¡había ganado 4!. No conforme con todo ello, el siguiente año (1996), Cerón regresó a Inglaterra para ganar por 3ª ocasión consecutiva el Maratón de Londres. No por nada la marca patrocinadora del evento, Nutrasweet, le había pagado un bono de $200 mil dólares a Dionicio, solamente por participar en Londres ese año de 1995. En total, Dionicio Cerón se embolsó cerca de $280 mil dolarucos en el Maratón de Londres ese año, ya incluyendo el show up bonus otorgado por Nutrasweet, mas los premios por el primer lugar y por el tiempo logrado.

Después de tantos triunfos y reconocimientos, no solo en ese año de 95 sino en los 3 anteriores, el paso natural siguiente para Dionicio Cerón era ganar la medalla de oro en el Campeonato Mundial de Atletismo que se celebraría en el verano de ese año en Gotemburgo, Suecia. El gran favorito para ganar el Maratón era, sin lugar a dudas, Dionicio Cerón. No podía ser de otra forma, aunque los que conocían a fondo a Cerón y al resto de los contendientes, así como los que tenían una visión profunda de todo el entorno maratoniano, sabían que las cosas tenían una alta probabilidad de ser muy diferentes. La amenaza era, como siempre lo fue para Cerón, el clima caluroso. El campeonato mundial de atletismo se celebra en verano y aún siendo Suecia un país nórdico, las condiciones no iban a ser las ideales, ni para Dionicio ni para el resto de los competidores, pero siendo el gran maratonista mexicano muy poco adaptable a diversos tipos de clima, el resto de los competidores tendrían ventaja. Sería la prueba del fuego para el que en ese momento seguía siendo considerado, y con toda razón, el mejor y más rápido maratonista del mundo.

Cerón y Fiz estuvieron siempre adelante, marcando el ritmo, pero repentinamente al pasar la marca del kilómetro 38, Dionicio aceleró. Era conocida por todos su habilidad para apretar el ritmo en los últimos kilómetros, era el maestro de de la persecución y siempre minaba a sus rivales cuando estaban agotados.  Durante un kilómetro, Dionicio lentamente fue estirando la diferencia hasta convertirla en algo así como 20 metros de ventaja sobre Martín Fiz. La duda era si Cerón podría mantener la táctica de apretar en la etapa final en un clima cálido, como normalmente lo hacía en Maratones de climas relativamente frescos. Cerón comentó después de la carrera: “Me estaba sintiendo terriblemente mal por el calor desde el kilómetro 35 y ¿qué fue lo que hice? Aceleré cuando ya estaba listo para irme a buscar un lugarcito en la sombra para descansar”. Fiz corrió en 14:48 el tramo del kilómetro 35 al 40, alcanzó y rebasó a Cerón y se enfiló a la meta triunfante. Sin demeritar el triunfo del español, habían sido las condiciones climatológicas las que habían derrotado nuevamente a Dionicio, impidiéndole como le impidieron en Barcelona, ratificar su calidad de mejor maratonista mundial.

Un año después, en los Olímpicos de Atlanta, sucedió casi lo mismo y nuevamente el calor y la humedad derrotaron a Dionicio Cerón, esta vez acompañado de Germán Silva y Benjamín Paredes, que en conjunto eran considerados el “dream team” del Maratón.

Después de Atlanta, Dionicio Cerón continuó su carrera en el Maratón, pero ya no fue posible para él revalidar los grandes triunfos de la primera mitad de la década de los 90. Dueño de una buena fortuna ganada a pulso como fruto de sus triunfos en los principales Maratones del mundo, se fue dedicando cada vez más a su negocio y menos al Maratón. Todavía logró calificar para las Olimpiadas de Sydney en el año 2000.

Hoy, a casi 20 años de su momento cumbre como corredor, Dionicio es considerado por muchos, como el mejor maratonista mexicano de la historia. Yo sostengo que sin duda lo es, pues no hay otro que tenga una cantidad mayor de triunfos que él en Maratones de primer nivel, ni que haya derrotado a tantos y tan formidables rivales y que haya establecido el dominio que Dionicio logró establecer en el mundo del Maratón en la década de los 90.

Run Like GEL

5 comentarios:

  1. Además de ser una biografía muy interesante, escribes muy bien, felicidades por tu dedicación al deporte y sobre todo al maratón.

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  2. Estoy de acuerdo con el comentario anterior, me gustó mucho tu estilo de escribir y en un tema que ha ganado gran interés para mi en los últimos 2 años.
    No sabía detalles de la carrera de este gran maratonista mexicano, había leído los detalles de Germán Silva nada más.
    Gracias por compartir.

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  3. Tengo el orgullo de ser de Santa María Rayón y me siento afortunado de ser paisano de la máxima figura del maratón en México, nuestro grandísimo Dionicio Cerón. Por más de 40 años fui futbolista llanero, todo mi entrenamiento era salir a trotar por una parte del camino que Dionicio transitaba hacia Zacango y alguna ocasión, a eso de las 7:00 hrs., me tocó ver a Dionicio, siendo aún un chaval, regresar con su papá, el Sr. Toribio Cerón, de lo que creo eran los inicios de la historia dorada de éste distinguidísimo paisano, esta imagen del papá encausando al hijo por la senda del atletismo, que a él le era familiar, es recurrente cuando leo sus memorables hazañas alrededor del mundo. Recientemente fue re-inaugurada la unidad deportiva del municipio dándole, merecidamente, su nombre, sin embargo creo que aún le debemos, como pueblo, un digno reconocimiento, no estaría mal una estatua, un salón de la fama y, porque no, su biografía oficial, con el fin de que las actuales y futuras generaciones de rayonenses, y mexicanos en general, tengan un motivo de orgullo e inspiración para hacer de sus vidas una aventura extraordinaria, como la que nos ha dejado como legado Dionicio Cerón.

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    1. De acuerdo contigo se debería de reconocer más su trayectoria como rayonense y como mexicano, es un ejemplo a seguir y un ejemplo claro de lo que es perseverancia, yo también son de Rayón y al leer su historia, escuchar anécdotas de esta hombre llamado Dionicio Cerón te das cuenta que se puede lograr lo que quieras con dedicación y amor a lo que haces y sin importar los obstáculos que se te presenten.
      Solo un punto que quisiera mencionar peco de confianza al no prepararse en climas húmedos y calurosos, solo es mi humilde opinión, él más que nadie sabe las razones y por qué no lo hiso o si le faltó algo por hacer para poder lograr lo que le faltaba una medalla olímpica, pero si dudar alguna eso no quita que es un grande Maratonista, mis respetos y orgullo.

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  4. grande entre los grandes todo un verdadero ejemplo a seguir motivacion de corredores elite y amateur . .existira en nuestro pais otro corredor con esa potencia no solo fisica sino tambien mental con ese valor para no temerle a los monstruos del maraton o con la misma vision de triunfar en tantos paises es necesario reconocer su trayectoria en todo el pais ya ke es triste saber ke muchos mexicanos no saben quien fue Dionicio Ceron como corredor amateur ver sus videos es una fuente de motivacion para mi y mis hijos de nunca achicarse ante nadie en el deporte como en la vida misma saludos a ti Dionicio idolo de millones de corredores mexicanos

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