Triatlón Querétaro 16

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Bye Bye Monterrey

Después de correr el Medio Maratón de las Alturas el pasado 10 de Noviembre, me resultó una molestia en la rodilla derecha.
La lectura que dí al ligero dolor que sentía en la tarde de ese domingo de hace casi 3 semanas, fué de una simple sobre-carga. Al día siguiente habría oportunidad de trotar unos minutos, para hacer circular los fluidos y eliminar por completo la molestia. No fué así...

En efecto, troté media hora con el dolor, muy ligero, aún presente. No era un dolor considerable, sino de esos que pueden pasar por lo que los corredores en España llaman "las agujetas". Nada que me hiciera pensar en parar.

Pero al día siguiente, la lesión se manifestó en todo su esplendor. La dificultad para subir escaleras, para caminar y para hacer cualquier flexión en la rodilla, me alarmó y me llevó al médico ese mismo día. El médico descartó en primera instancia cualquier rotura de ligamentos o lesión de meniscos, aunque dependiendo de la evolución del problema, habría o no necesidad de confirmar el diagnóstico mediante resonancia magnética.
El diagnóstico y el consecuente pronóstico me dejaron helado: Tendinitis en varios de los elementos de la rodilla, que podrá tratarse con 1 mes de mínima actividad, desinflamantes y 10 sesiones de terapia de ultrasonido y pulsos eléctricos. De Maratón Monterrey hay que irse despidiendo, sentenció mi médico, viejo lobo de mar y médico y fisioterapeuta de cabecera en su momento de algunos atletas famosos y de alto rendimiento. A menos que quieras jugar al héroe, desgarrar algún ligamento importante y condenarte a una lesión crónica o algo peor.

Aún con aquella lapidaria noticia resonando constantemente en la cabeza, mantuve las esperanzas. "Los milagros existen", publiqué para mis amigos en las redes.

Transcurrieron los días. La primera semana la vi pasar acumulando metros nadados en la alberca. De trotar, ni pensar. Subir escaleras me seguía torturando la rodilla, el ánimo y las esperanzas de un milagro maratoniano. Se cumplieron 2 semanas y una notable mejoría empezó a manifestarse. Finalmente y después de 2 semanas, este lunes pude trotar 4.5 kilómetros a ritmo de 6:30 min/km, previo a mi sesión de terapia del martes.

La siguiente es, palabras más, palabras menos, la crónica de la confirmación de la sentencia dictada por el médico, que tuvo lugar durante la consulta previa a la terapia de ayer martes:

Médico, mientras explora con los dedos la rodilla, hinca los dedos en los ligamentos y frota el área completa en donde se dió la lesión: ¿Sigue doliendo?
Paciente: Ahora ya no, ni al caminar ni al subir escaleras. Pero un poco, solo un poquito, después de unos 15 o 20 minutos de trote ("o casi nada" - alcanzo a agregar balbuceante y sin mucha convicción).

Médico: ¿Cómo? ¿Trotaste? Quedamos que solo nado y muy moderado.
Paciente: He estado nadando alrededor de 60 minutos todos los días y ayer, ya sin las molestias de los primeros días, hice el primer intento de trotar. Y no me fué tan mal.

Médico: Mal hecho.
Paciente: Pero Doctor, si no retomo mis entrenamientos normales ya, no podré al menos hacer al trotecito Maratón Monterrey. ¡Quedan menos de 2 semanas!

Médico: Monterrey está prohibido.

Paciente: Ya tengo boletos de avión para mí y para mi esposa. Los compré desde Agosto. Ya ves que en Interjet salen ofertas chingonsísimas.
Médico: No te culpo. En Agosto estabas sano, pero hoy no. Regálalos, cámbialos o viaja a Monterrey solo como espectador.

(Transcurren dos o tres minutos de tenso silencio, solo roto por los pitidos de la máquina de pulsos eléctricos)

Paciente: De acuerdo. Misión Abortada. ¡Bye bye Monterrey!

Fin de diálogo... 




miércoles, 13 de noviembre de 2013

RODOLFO GÓMEZ, EL GRAN PIONERO DEL MARATÓN EN MÉXICO




Por Gerardo Enríquez (RunLikeGEL).

En los Juegos Olímpicos de Montreal’ 76, el regiomontano Daniel Bautista se consagró como una de las mayores glorias del atletismo mexicano de todos los tiempos, al ganar la medalla de oro en los 20 kilómetros de Marcha. En esos mismos juegos, Rodolfo Gómez terminó en el lugar décimo octavo en la prueba del Maratón. El alemán oriental Waldemar Cierpinski ganaría la carrera de los 42,195 metros con un registro de 2:09:55, que en ese momento fue Récord Olímpico.

Cuentan que el propio Rodolfo Gómez, a su regreso a México, mientras veía por televisión un resumen de dicho Maratón y otros eventos de la Olimpiada de Montreal, al ver las imágenes del atleta alemán entrando al estadio por la puerta de Maratón pensó en voz alta “¡el próximo Maratón Olímpico lo gano yo!”. Rodolfo ya era un maratonista experimentado, con un prestigio ganado a pulso en el medio nacional, pero en ese momento, ver en videotape su derrota y ver triunfador a otro corredor con un tiempo que él consideraba accesible a sus posibilidades, hizo nacer en él un sueño… el sueño de verse en lo más alto del podio en Moscú en 1980.

A nivel internacional, en los años 70’s Rodolfo era un aguerrido pero semi - desconocido “diezmilero”, y lo siguió siendo hasta que en 1979 ganó para México el oro en los 10,000 metros en los Juegos Panamericanos de San Juan, Puerto Rico. Sin embargo, toda la planeación de sus entrenamientos a largo plazo ya estaba, desde entonces y aún antes, enfocada a cumplir su sueño olímpico: ganar el Maratón en La Olimpiada de Moscú.

Con el pretexto de la invasión a Afganistán por la Unión Soviética, los Olímpicos de 1980 fueron manchados por el boicot de Estados Unidos y otros países, lo que hizo que el nivel competitivo de los juegos descendiera notablemente. México tenía todas sus esperanzas de medalla puestas en Daniel Bautista, campeón de la prueba de 20 kilómetros de marcha en los anteriores juegos Olímpicos en Montreal. Esas esperanzas se habían desvanecido cuando Bautista fue descalificado en la competencia en Moscú, lo que abrió la puerta para que el italiano Mauricio Damilano ganara el oro. Por su parte Rodolfo Gómez, a quién el público en México escasamente conocía, ni por asomo era considerado entre las esperanzas de medalla. Después de la derrota de Bautista y demás andarines mexicanos, Rodolfo Gómez esperaba paciente la llegada del día de su competencia. A diferencia de muchos otros eventos atléticos en los que la calidad competitiva se había debilitado por la ausencia de los participantes norteamericanos, europeos y de otras nacionalidades, derivada del Boicot, en el Maratón los grandes favoritos eran los corredores africanos, que sí estaban presentes, pero principalmente el gran favorito era Waldemar Cierpinski, campeón defensor.

La ruta del Maratón Olímpico de Moscú estaba trazada en gran parte, sobre la riviera del Río Moscova, que atraviesa serpenteando la Ciudad de Moscú. Después de un inicio típico de Maratón Olímpico, muy táctico, en el que todos los corredores trataban de protegerse en el pelotón, los ataques brillaban por su ausencia y el ritmo de competencia era inferior al potencial máximo de los participantes, Rodolfo Gómez intenta un pequeño jalón a la altura del kilómetro 25, cuando la carrera transcurre junto al río en dirección aguas abajo. Nadie responde y Rodolfo mantiene el paso, empezando a despegarse del grupo y a consolidarse en la punta.
Fue definitivamente una muestra de coraje y de hambre de gloria por parte de Rodolfo, lanzarse en solitario a liderear la carrera, pero hoy día, después de muchos años de ver y volver a ver los videos de esa carrera, es relativamente sencillo concluir que la decisión de Rodolfo, de escaparse tan temprano del pelotón, fue un rotundo error estratégico:
En primer lugar, la mayor parte restante de la ruta sobre el Moscova era en dirección aguas arriba. La pendiente ascendente, aunque ligera, sería constante hasta cerca del final y Rodolfo tendría que trepar en solitario mientras el pelotón trabajaría “en equipo” para cazarlo. En segundo lugar, y tal vez mucho más importante, el campeón defensor, Waldemar Cierpinski, acechaba conservadoramente en la cola del pelotón de persecución, cobijado por el resto de los corredores, con el agravante de que la principal virtud del gran corredor germano era su habilidad para cerrar con gran fortaleza en los tramos finales.

A pesar de todo, Rodolfo llegó a sacar cerca de 150 metros de ventaja al pelotón y se mantuvo lidereando la competencia durante cerca de 10 kilómetros. Sin embargo, correr en solitario con pendiente ascendente poco a poco fue cobrando factura y Rodolfo empezó a perder terreno. Primeramente fue alcanzado por el corredor holandés Gerard Nijboer, en las inmediaciones del kilómetro 35. Unos metros después, el alemán Cierpinski irrumpió en los primeros lugares rebasando al mexicano y después al holandés, para colocarse en el liderato de la carrera, el cual ya nunca perdería. Rodolfo muy pronto fue absorbido por el resto del pelotón, llegando a caer rápidamente hasta el 7o lugar.

Waldemar Cierpinski contaba con apoyos científicos y tecnológicos adelantados años luz a los recursos con los que disponía la mayoría de los demás maratonistas en el mundo en esa época. En alguna ocasión, estuvo con su equipo durante varios días entrenando en la Cd. De México y fue posible observar como sus asistentes extraían muestras de sangre del corredor, al vuelo, mientras corría, con objeto de medir la concentración de ácido láctico en su sangre y con base en información derivada de dicho análisis, tomar decisiones acerca del ritmo, intensidad, distancias, etc., a los que debía entrenar y competir y de los ajustes a su régimen que se debían hacer en consecuencia; esto, solo como una muestra de los métodos científicos adelantados a su época, que eran utilizados ya desde ese tiempo en la preparación de los atletas de los países de detrás de la cortina de hierro.

A final de cuentas pasó lo que tenía que pasar; el gran corredor alemán no solo mantuvo un paso de carrera impresionante, sino que todavía se dio el lujo de acelerar en los últimos kilómetros, dejando prácticamente parado al resto del pelotón, incluyendo a Rodolfo Gómez, para ganar el Maratón Olímpico con un tiempo de 2:11:02, convirtiéndose en el segundo ser humano, después de la leyenda etíope Abebe Bikila, en ganar dos veces consecutivas la prueba del Maratón en unos Juegos Olímpicos. Rodolfo, por su parte, logró recuperar un poco de terreno, rebasó a un corredor etíope ya dentro del estadio y terminó la prueba en 6º lugar con un sólido 2:12:38, que hasta la fecha sigue siendo el mejor papel de un corredor mexicano en un Maratón Olímpico, conjuntamente con el 6º lugar de Germán Silva en los Olímpicos de Atlanta.

Después de su aventura en Moscú, Gómez ganó algunos de los maratones de más prestigio a nivel mundial, incluyendo Tokio, Atenas, Rotterdam y Oregon, y fue subcampeón en el Maratón de Nueva York de 1982, convirtiéndose en uno de los mejores maratonistas del mundo, llegando en ese mismo 1982 a ser rankeado como No. 2 en el mundo, solo detrás del cubano – norteamericano Alberto Salazar, con quién protagonizó dos épicas batallas en el Maratón de Nueva York en 1981 y 1982, antes de ser víctima de una lesión en el nervio ciático, que lo tuvo alejado de las competencias por dos años, y que fue el principio del fin de su carrera. Después de enormes esfuerzos personales para lograr salir de su lesión, Rodolfo regresó a los escenarios atléticos en 1984. Ganó el Maratón de Pittsburgh en el 84 y el de la Cd. De México en 87.

Después de Rodolfo Gómez y en gran medida gracias no solo a su ejemplo sino también gracias a su trabajo como entrenador y promotor de atletas, aparecieron muchos otros grandes maratonistas mexicanos, como Dionisio Cerón, Salvador García, Germán Silva, Andrés Espinoza, Martín Pitayo, José Gómez, etc., etc., etc., quienes en las décadas de los 80’s y 90’s acaparaban los primeros lugares en la mayoría de las carreras de ruta en Estados Unidos y el mundo, pero fue sin duda alguna Rodolfo el pionero de esa gran camada de corredores aztecas. 

Hoy, Rodolfo Gómez sigue en su labor de entrenador y representante de algunos corredores de élite y recientemente ha sido nombrado Entrenador Nacional de Maratón de Perú. Ha sido entrenador durante toda la carrera de Adriana Fernández, corredora mexicana ganadora del Maratón de Nueva York en 1999, y ha sido también mentor de legendarios corredores internacionales mexicanos como los mencionados Germán Silva, Andrés Espinoza, José Gómez, Martín Pitayo, entre muchos otros.

Rodolfo, corriendo codo a codo con Alberto Salazar, en la épica batalla que ambos protagonizaron en el Maratón de Nueva York en 1982.


Waldemar Cierpinski con el No. 51 en la salida del Maratón Olímpico del 76. Otro corredor legendario, el finlandés Lasse Viren, con el No. 23, llegó en 5º lugar en ese Maratón, después de haber ganado oro en los 5,000 y 10,000 metros. Rodolfo Gómez va delante de Viren, con el No. 4 en el costado izquierdo de su short (no se aprecia su rostro).

Otra toma del NYCM’ 82. Alberto Salazar va con el No. 1. Rodolfo va al final del pelotón, del lado derecho. Su pupilo, José Gómez, se aprecia atrás de Salazar (su cara apenas se ve, justo atrás de la oreja derecha de Alberto Salazar).


lunes, 11 de noviembre de 2013

Entrenamiento de Altura

El título de la entrada podría engañar a más de uno que creyera que por Entrenamientos de Altura me refiero a los que lleva a cabo alguien de las altas esferas sociales o algún corredor de élite o algo por el estilo. ¡Nada de eso!.
Desde el año 2000 tengo la fortuna de vivir en el altiplano mexicano, a más de 2,650 metros sobre el nivel del mar. Tengo por vecino al volcán Nevado de Toluca, que ofrece lugares en los que se puede entrenar incluso por encima de los 4,000 metros de altitud. En sus zonas menos altas, existen trails en los que la altura es más moderada, pero que aún así ya alcanzan niveles de 2,750 o más metros de altitud, que para la mayoría de los corredores "normales" es ya un extremo.
En general, ya sea que corra en mis rumbos cotidianos, o que me desplace a algún paraje cercano, siempre estoy entrenando por lo menos a los 2,650 MSNM.
Cualquiera pensaría que para alguien como yo que tiene ya más de una década viviendo en este ambiente, correr en esas alturas es como bolillo y mantequilla; lo más normal del mundo.¡Pues están rotundamente equivocados!.

Por lo menos en lo que a mí respecta, por supuesto que ya tengo un buen nivel de adaptación, pero aún subir de los 2,650 a los 2,750 metros de altitud, por dar cualquier ejemplo, siempre supone un esfuerzo importante. Pareciera que en estas altitudes 100 o 200 metros más no harían ninguna diferencia, pero no es así. Y más en una competencia.


El domingo corrí el Medio Maratón de las Alturas o Reto de Altura, como lo han rebautizado recientemente, carrera que se lleva a cabo en Toluca, México. No intentaba hacer una marca sobresaliente en esta carrera, porque estoy enmedio del tramo más pesado de mi preparación para Maratón Monterrey. En la semana hice una muy difícil sesión de Repeticiones de Velocidad y una igual de dura sesión Tempo y no hubo ni tiempo ni ganas de por lo menos hacer un micro-taper de unos cuantos días que me permitiera descargar las piernas buscando hacer una marca decente en Reto. Por si fuera poco, el día anterior tocó sesión de Repeticiones de Colinas, a 2,800 metros de altitud, lo que me dejó listo para solo ir al Medio Maratón a buscar un ritmo unos 10 seg/km por encima de mi ritmo de Maratón.

Encima de todo, la ruta es sumamente demandante. Los primeros 15 kilómetros se corren sobre una avenida con múltiples pasos a desnivel, la mayoría de ellos sumamente empinados. No acabas de bajar una joroba cuando ya está empezando la siguiente. Si bien los primeros 11 kilómetros logré establecer un buen ritmo por abajo de los 5:00 min/kilómetro, en el retorno de la ruta en dicho kilómetro empecé a sentir pesadez en las piernas. Y todavía faltaba regresar sobre la misma vía, a subir y bajar por lo menos otras 4 o 5 jorobas, las cuales me dejaron listo para el arrastre.
Ya para el kilómetro 16 en que terminaron definitivamente las cuestas muy empinadas, me sentía totalmente tronado, a pesar que del 17 al 19 alcancé a retomar un poco un ritmo parecido al de Maratón. Pero a costa de forzar demasiado la máquina, lo cuál no me dejó para nada satisfecho, pues fue quemar pólvora en infiernitos. Pólvora que podría haber ahorrado para esta semana, en la que toca salida Amansa Locos de 36 kilómetros, última de mi programa de preparación.

Mi tiempo final en Reto de Altura me dejó un poco avergonzado. Y más que avergonzado, un poco alarmado: 1:47:13, para una media de 5:05 min/km. Y me dejó alarmado porque los primeros razonamientos fueron un tanto de desanimo y de suponer que todo va mal rumbo a Maratón Monterrey, donde aspiro a correr a promedio de 4:50 min/km o menos. Pero ya con la cabeza más fría, concluí varias cosas importantes:
  • Reto de Altura se corrió a 2,700 metros sobre el nivel del mar, mientras que Monterrey se corre casi al Nivel del Mar.
  • Reto de Altura lo corrí sin taper, enmedio de las 2 o 3 semanas más pesadas, de mayor kilometraje y de mayor número de series de velocidad de todo el año. Las piernas están sobrecargadas.
  • La sesión de repeticiones en colinas del día anterior me dejó las piernas exprimidas. Hubiera tenido que haber descansado ese sábado si quería que la decencia no abandonara mis ritmos en Reto de Altura.
Al final de cuentas, la gran conclusión es que Medio Maratón Reto de Altura fué una excelente oportunidad de forzar la máquina (tal vez un poco más forzada de lo que yo mismo hubiera querido), como preparación rumbo a Maratón Monterrey.

Previo al fin de semana, el martes había ya hecho una sesión de repeticiones de velocidad a ritmo de Umbral de Lactato, que a continuación describo:
9x1600 en 7:02 c/u de promedio, con 1:00 min. de trote de recuperación.
Las corrí a ritmo rapidito y, como podrán ver, con recuperaciones muy cortas, a pesar de todo lo cual completé muy bien, sin amenaza de calambres y sin pesadez al día siguiente. Fué la penúltima sesión de este tipo, en mi programa de Maratón. Me queda una sesión de 12x1600 en las mismas condiciones que haré el próximo lunes 18 o martes 19, casi 2 semanas antes del Maratón.
Adicionalmente, el jueves de la semana que recién terminó, hice mis acostumbrados 12 kilómetros de sesión Tempo.

Después de esta semana que acaba de finalizar, me quedan prácticamente 2 semanas difíciles y pesadas antes de Maratón. Después de eso, me quedarán otras 2 semanas más de taper en las que me dedicaré a disminuir kilometraje, a comer muy bien, con base en una dieta que tengo ya planeada, la cual diseñé con base en recomendaciones de mi médico y la que espero no me haga ganar kilos no deseados en esas dos semanas de poca intensidad de entrenamiento.

Cada vez está mas cerca Maratón Monterrey. ¡Ojalá que ya fuera mañana!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Correr y Ser

En 1972, el norteamericano Frank Shorter ganó la Maratón Olímpica en los Juegos de Munich.
La cobertura mediática de ese Maratón fue importante. Nada extraordinario comparado con los cientos de millones de personas que hoy ven el Mundial de Fut, pero la audiencia televisiva en Estados Unidos fue descomunal para la época.

Las imágenes del quijotesco Shorter lidereando en solitario la carrera, su llegada a la meta, la intrusión de un corredor impostor en la llegada al estadio antes que el auténtico ganador, los negros acontecimientos de días antes sucedidos en esa Olimpíada; todos esos episodios y otros más así como sus narraciones, se alinearon para que un gran sector del público norteamericano quedara embelesado con el triunfo de su representante en el Maratón.

A raíz de esa carrera, la que hoy con justa razón se conoce como "The race that started it all" (La carrera que lo comenzó todo), miles de personas en Estados Unidos empezaron a adoptar el "jogging" y más aún el "running" (cosas parecidas para el ciudadano normal, pero bastante diferentes para los iniciados), como una actividad cotidiana; y más aún, como un estilo de vida. El primer "Boom" del running en los años 70's estaba iniciado.

Paralelamente al impulso dado al running por los medios electrónicos de aquel entonces, muchos autores empezaron a incursionar en el medio de los corredores. Surgieron revistas especializadas, aparecieron las primeras "biblias" para corredores, surgieron poderosos íconos "runneriles" como Bill Rodgers o como el propio Frank Shorter o como Joan Benoit y Alberto Salazar un poco más tarde. Y surgió, o más bien, se dió a conocer en el medio atlético el Dr. George Sheehan, uno de los más queridos escritores y columnistas del running, considerado además el más grande filósofo del medio atlético de los 70's y los 80's.


A continuación, les comparto una brevísima recopilación de frases de George Sheehan, libremente traducidas. Son ideas, algunas de ellas, que hoy nos parecen sumamente familiares o incluso lugares comunes, pero que fué el Dr. Sheehan quién, en su momento, las lanzó al aire como parte de una nueva filosofía de vanguardia:

"It's very hard in the beginning to understand that the whole idea is not to beat the other runners. Eventually you learn that the competition is against the little voice inside you that wants you to quit."
"Es muy difícil en un principio entender que la idea no es vencer a otros corredores. Eventualmente, uno aprende que la competencia es contra la voz interna que te repite que ya pares"

"The true runner is a very fortunate person. He has found something in him that is just perfect."
"El verdadero corredor es una persona muy afortunada. Ha encontrado algo en él, que es perfecto"

"To keep from decaying, to be a winner, the athlete must accept pain--not only accept it, but look for it, live with it, learn not to fear it."
"Para alejarse de la decadencia, para ser un triunfador, el atleta debe aceptar el dolor. No solo aceptarlo, sino buscarlo, vivir con él, aprender a no temerle"

"Of all the races, there is no better stage for heroism than a marathon."
"Entre todas las carreras, no hay mejor escenario para el heroísmo que la Maratón"

"Have you ever felt worse after a run?"
"¿Alguna vez te has sentido peor después de correr?"

"Running made me free. It rid me of concern for the opinion of others. Dispensed me from rules and regulations imposed from outside. Running let me start from scratch. It stripped off those layers of programmed activity and thinking. Developed new priorities about eating and sleeping and what to do with leisure time. Running changed my attitude about work and play. About whom I really liked and who really liked me. Running let me see my twenty-four-hour day in a new light and my lifestyle from a different point of view, from the inside instead of out"
"Correr me hizo libre. Me quitó de encima la preocupación por lo que opinen los demás. Me liberó de reglas impuestas desde el exterior. Correr me permitió iniciar desde cero. Me quitó esas capas de actividad y pensamiento programados. Desarrolló en mí nuevas prioridades acerca de comer y dormir y acerca de qué hacer con mi tiempo libre. Correr cambió mi actitud acerca del trabajo y la diversión. Acerca de a quién realmente quiero y quién realmente me quiere. Correr me dejó ver mis 24 horas bajo una nueva luz y mi estilo de vida desde un punto de vista diferente, desde adentro en lugar de desde afuera".

lunes, 4 de noviembre de 2013

Maratón Monterrey a la vista...

Faltan solamente 5 semanas para Maratón Monterrey y la semana que recién terminó fué de muchos kilómetros, 83 para ser exactos. Estoy prácticamente en el pico de mayor carga rumbo a este Maratón y las cosas no podrían ir mejor.
Mi semana incluyó 6 sesiones de carrera, de las cuales 3 fueron sesiones clave, a saber:

Martes.- Repeticiones de 6x1000 con 3:00 min. de recuperación.
No fué nada sencillo completar esta sesión, pero al mismo tiempo el resultado valió muchísimo la pena. Después de la temporada de Triatlón, en la que el entrenamiento de velocidad de carrera rara vez incluyó alguna que otra serie de velocidad, las repeticiones de a 1000 las tenía olvidadas en el rincón. El plan era no correrlas a full, sino más bien buscando un ritmo cercano al de una competencia de 5K. Correr a 4:15 de todos modos sonaba un poco preocupante. A la hora de la verdad los primeros mil salieron a 4:13. Difícil, con la respiración ligeramente ahogada hacia el final de cada serie, pero recuperándome por completo en los 3:00 minutos de trote intermedios, terminé con trabajos las 6 repeticiones en un promedio de 4:11. Aunque la respiración se dificultó un poco, las sensaciones en general fueron bastante alentadoras. No que me sintiera Haile, pero tampoco demasiado oxidado y podría concluir que la sesión fué un relativo éxito que me dejó animado y contento.



Jueves.- 15 kilómetros Tempo.
Después de calentar pedaleando en la bicicleta fija unos 15 minutos, salí hacia mis rumbos habituales de mis corridas nocturnas. Inicié con 5 kilómetros a un paso muy suave de alrededor de 5:35 min/km. Ya en el 5o. kilómetro empecé a acelerar un poco para alcanzar la velocidad de crucero planeada para el tramo de 6 kms a ritmo de Maratón que tenía planeado. Nuevamente, como me ha estado pasando en las sesiones de Tempo, se sentía muy cómodo el ritmo de 4:45 min/km. Conforme los kilómetros avanzaban, uno o dos kilómetros salieron por el rumbo de los 4:35. Tan bien me sentí que cuando iban a completarse ya los 6 kilómetros del tramo de ritmo, decidí ir por 1 kilómetro más. Terminé ese tramo de 7 kilómetros en 32:34, bueno para un promedio de 4:39 min/km. Pero lo mejor fue la sensación de ligereza que se siente al correr a ritmo de Maratón o más rápido. Troté 3 kilómetros más a paso de recuperación, para completar los 15 programados en 1:15:26.

Sábado.- 34 kilómetros de entrenamiento de fondo.    
Era el penúltimo entrenamiento de gran fondo antes del Maratón. Iniciamos ya tarde. Quería correr con música y buscando mi ipod se me fueron los minutos. Al final lo encontré, descargado, pero para entonces ya eran casi las 8:00. De cualquier forma el clima era muy agradable. Los 14 grados centígrados que marcaba el termómetro y el cielo medio nublado, hacían ideales las condiciones para una corrida de 3 horas o más.










Entrenamiento de gran fondo muy pesado sería éste, a un ritmo de 5:30 min/km. Nuevamente no tomaría ni Gatorade, ni ninguna bebida dulce, ni geles. Solo agua simple. Uno de los objetivos de la tirada super larga era agotar mis reservas de glucógeno y correr los últimos kilómetros con el tanque vacío.
No sucedió. Al menos, no sentí nunca que mis reservas de energía se agotaran. Aunque hubo algunos lapsos  en los que el ritmo se fué por encima de los 5:30 (pocos y generalmente en las subidas del circuito), en general logré un ritmo sumamente parejo que al final promedió los 5:27 min/km. Todavía logré correr los últimos 2 kilómetros a ritmos un poco más rápidos y nunca sentí pájaras montadas en el lomo ni estallamiento contra muros ni nada por el estilo.
Desayuno rico en proteínas inmediatamente después de terminar de correr, aspirina de 500 mg, regaderazo de agua fría y a la cama. La siesta post-carrera me supo a gloria. Cuando desperté 2 horas después, las piernas y pies me molestaban menos de lo que hubiera esperado y para ese mismo día en la tarde ya estaba listo para los 10 kilómetros de recuperación del domingo.

Nada mal me siento hoy lunes. Al contrario. Quedan 5 semanas, de las cuales 2 serán de alta intensidad y kilometraje. El próximo domingo corro el Medio Maratón de las Alturas (a 2,650 metros sobre el nivel del mar) y en aproximadamente 15 días hago mi última corrida Amansa Locos, que será de 36 kilómetros, para después empezar a bajar gradualmente hacia un buen taper que me permita llegar al 100% a Monterrey.

El resumen completo de mi semana es:

Lunes.- 7 kms de recuperación en 38:47
Martes.- 6x1000 @ 4:11 de Promedio con 3:00 min. de recuperación
Miércoles.- 6 kms de recuperación en 32:11
Jueves.- 15 kms Tempo (5 kms fácil + 7 kms a ritmo de Maratón + 3 kms fácil)
Viernes.- Descanso total
Sábado.- 34 kms. en 3:05:23 (Ritmo promedio 5:27)
Domingo.- 10 kms en 50:08
¡Todo va bien hasta ahora, Monterrey!. Ojalá que todo siga igual.