Triatlón Querétaro 16

martes, 6 de mayo de 2014

Vuelve el Águila Negra

Vuelve el Águila Negra...

Ese era el título de una película mexicana de los años 60's, en la que primero Antonio Aguilar y posteriormente Fernando Casanova personificaban a un héroe de la campiña mexicana, anónimo, enmascarado, con tremendo par de pistolas vaqueras en el cinto, ataviado todo de negro y que era el azote de los malvados, paladín de la justicia y, por si fuera poco, sueño húmedo de toda fémina sesentera.
Encarnando a ese personaje, Antonio Aguilar hizo no se cuántas películas. Después del éxito fenomenal de la primera de la interminable serie: "El Águila Negra", llegaron Vuelve el Águila Negra, La Venganza del Águila Negra, El Hijo del Águila Negra, La Caida del Águila Negra, El Retorno del Águila Negra y no se cuántos títulos más o menos parecidos.


Eran aquellos tiempos lejanos en los que al calor de la aventura que se desarrollaba en la pantalla, los pueblerinos fans aplaudíamos a rabiar cada que el héroe enmascarado se agarraba a trompadas en la cantina con el bandido en turno o cada vez que, después de ser emboscado, se levantaba herido solo de un rozón de bala en el hombro y escapaba entre una lluvia de balas. O cuando aparecía su silueta en el horizonte, con su caballo relinchando, antes de acudir al rescate de la muchacha secuestrada por los bandoleros. O incluso cuando el Águila le cantaba a la musa de la película una de sus más candentes canciones campiranas.


En todas las cintas, El Águila Negra terminaba muerto o desaparecido. Pero la cortinilla final de la película era una canción del propio Águila Negra que terminaba diciendo: "...Les dice hasta luego Antonio Aguilaaaar". Eso era implícito aviso de que El Águila no había muerto realmente y que próximamente aparecería en el siguiente episodio en las pantallas de los cines de todos los pueblos en México. Y por supuesto, al escuchar aquel estribillo final, los espectadores desgranábamos tremendo aplauso.




En mi caso, yo no soy el Águila Negra ni mucho menos me atrevería a compararme con tan inconmensurable héroe popular del siglo pasado, pero emulando a aquel fantástico personaje, lo que sí estoy haciendo en estos días es volver. Volver a los entrenamientos.

Después de correr Boston Marathon el reciente 21 de Abril y terminar con un esguince en el tobillo derecho, invertí las siguientes 2 semanas en descansar y recuperarme. Me dediqué a hacer algo de nado y algo de bicicleta fija, principalmente, así como a ir con el fisio a terapia con pulsos eléctricos y ultrasonido. Hoy el tobillo no está totalmente recuperado, pero diría que voy en un 90% o más, así que el día de ayer Lunes ya hice 1 hora de caminata vigorosa, alternando 3 minutos caminando por 2 minutos de trote muy ligero. Ya para la siguiente semana espero retomar el trote continuo e iniciar con un programa más formal de entrenamiento.

Tengo por delante Medio Maratón Tangamanga en San Luis Potosí el próximo 22 de Junio. Posteriormente, cambiaré el ship y me lanzaré al reto de conquistar podio en Triatlón Tequesquitengo el 26 de Julio, cosa bastante probable; para después atacar el reto aún mayor, de también conquistar podio en Triatlón Veracruz - Boca del Río en el mes de Agosto, en donde las probabilidades de triunfo o podio son mucho pero mucho menores, pero existen.

Esos son los buenos deseos. Y digo buenos deseos, porque estoy en una mala racha que ya dura más de un año, en la que las lesiones y accidentes no me dejan en paz. Empecé en febrero del año pasado con un accidente de bicicleta en Triatlón Valle de Bravo. Después en Abril ya de este año, en Lomas Raquet 15K fui a dar con mi humanidad al suelo cuando solo había transcurrido 1 kilómetro de competencia, con el resultado de traumatismo en rodilla derecha con pérdida de líquido sinovial y 2 meses alejado del running. Después vino mi problema de tendinitis en Noviembre, que otra vez me paró dos meses, para rematar con el esguince en el kilómetro 16 de Maratón de Boston hace apenas menos de 3 semanas.

Ya les estaré contando.