martes, 11 de febrero de 2014
Guitarras, Blues y Rock and Roll (Y unos cuantos kilómetros)
La música es compañera de muchos corredores. Hay corredores que en todos sus entrenamientos y competencias escuchan su música favorita. A algunos los motiva, les impone -hasta cierto punto- un ritmo de carrera o una cadencia. Se de otros que escuchan audiolibros mientras entrenan, aunque también conozco multitud de corredores que simplemente odian ir con la molestia de unos audífonos insertados en las orejas.
En mi caso, cuando corro Maratón o cualquier otra competencia, la música pasa a segundo término. Prefiero escuchar los gritos de apoyo del público, los diálogos que de repente se dan con algún competidor, ir atento al sonido de mi respiración y al de mis pies golpeando el pavimento; y en general, me gusta en esas ocasiones especiales, llevar abierto el canal e ir atento a los sonidos de la carrera.
Pero cuando se trata de entrenar, muchas de mis salidas las hago escuchando música. No tengo un tipo de música preferente. Dependiendo de la ruta a seguir, del tipo de entrenamiento, del ritmo planeado, de la hora del día, pero sobre todo del estado de ánimo, escojo la lista de reproducción que escucharé en esa sesión en el Ipod.
El sábado anterior hice la primera tirada de 16 kilómetros de mi preparación para Maratón, que en condiciones normales podría sonar a poco, pero que para mí, después de 3 meses de estar prácticamente parado, representó una señal importante de que por un lado, voy avanzando paulatinamente hacia una recuperación plena y por el otro, voy sentando las bases para un incremento hacia los niveles de resistencia que necesito para volver a correr Maratón en Abril 21.
Corrí a ritmo lento; más lento de lo que para mí sería normal en un entrenamiento de larga distancia para Maratón. El tiempo total de 1:33:40 de esta sesión confirman que fue una corrida lenta, pero muy lenta. En parte por la desconfianza que todavía tengo con mi rodilla y en parte porque 3 meses sin entrenar carrera me han dejado con poco o casi nada de fondo, pero el caso es que en forma natural fue saliendo este ritmo lentito, que aunque conforme avanzaba en mi sesión se iba avivando ligeramente, nunca bajó de los 5:30 min/km y al final promedió 5:51.
En el Ipod sonaba la nueva recopilación de 2013 del Crossroads Guitar Festival de Eric Clapton.
Como muchos saben, "Slowhand" Clapton fundó y mantiene un centro de tratamiento de adicciones en la isla de Antigua, en el Caribe. Este centro fue bautizado como Crossroads por este fantástico guitarrista originalmente rockero y más recientemente convertido a la religión del Blues, quién ha dedicado prácticamente cuerpo, alma y carrera al establecimiento, operación, mantenimiento y crecimiento de este refugio para enfermos de diferentes tipos de adicción. Para lograrlo, Clapton ha estado haciendo desde hace ya varios años, una serie de conciertos a beneficio de este centro, dentro de los cuales, los conciertos trianuales y sus correspondientes álbumes de los Crossroads Guitar Festivals ocupan un lugar importante.
Al tiempo que iban cayendo los kilómetros, las sensaciones de una corrida a ritmo lento iban siendo cada vez más placenteras. El trotecito suave, sin esfuerzo, trajo consigo esa sensación de paz, de Flow que a veces se siente en las mejores carreras. Y la música, realmente extraordinaria. Uno tras otro, tocaban chingones de la vieja guardia no solo del Blues sino del Rock como B.B. King, Keith Richards, Albert Lee y otros; y por supuesto también la magia del propio Eric Clapton.
A veces perdemos de vista el objetivo principal de esta afición, que al menos para mí, es disfrutar, tener un momento para mí mismo, sentirme liberado de las presiones y el estrés diarios. Y entonces, la presión por lograr un determinado nivel de condición física, un resultado, un tiempo o un determinado lugar, nos hacen perder la perspectiva y dejar de disfrutar.
Pues bien, la del sábado fue una de esas ocasiones nada especiales, que terminan convirtiéndose en corridas memorables. La combinación de kilómetros a ritmo placentero con ánimo a tope al sentirme liberado de una lesión, más una muy pero muy buena música, hicieron de una corrida rutinaria un evento sumamente agradable, disfrutado al máximo, como hacía ya meses que no sucedía.
Renovador, ese es el calificativo justo para el entrenamiento de este sábado.
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Esas salidas son las mejores, mejor incluso que una marca personal en una carrera .
ResponderEliminarBien por tu rodilla
A mi tambien me gusta de vez en cuando entrenar con musica mas bien cañera que lentita ,jejejeje aveces una tiradita deesos kms trotando suavecito se disfruta tela hace gozar de cada pisada , un abrazo
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