Triatlón Querétaro 16

domingo, 28 de octubre de 2012

Start Spreading the News...

Start Spreading the news
I'm leaving today...
Eso dice la famosa rola magistralmente interpretada por Frank Sinatra, New York, New York.
Yo no me voy hoy, pero sí en menos de una semana. Nueva York se prepara para el Gran Día y yo estoy listo para correr el Maratón en la Gran Manzana el próximo domingo.
Esta semana fué de transición, previa a la semana de bajada de volumen. Después de correr mi última Amansa - Locos de 32 kilómetros el domingo anterior, me seguí con las últimas sesiones clave de mi programa de entrenamiento, ya de menos distancia, pero de la misma o más intensidad. Todo salió de acuerdo al plan de entrenamiento, con corridas excepcionales, sabrosas, rápidas y motivadas, a pesar del poco tiempo disponible y de las presiones en la empresa, derivadas de un presupuesto para el año próximo que no dá lo que se espera y de una directiva del grupo que no sabe que hacer. Si yo fuera Director... ¡ja!.
El fin de semana llegó, por fin, y con él la tranquilidad para poder correr sin presiones de tiempo. El sábado hice lo que, según yo, se puede llamar un modelo de carrera de ritmo. 15 kilómetros en la pista de tartán, exactamente al ritmo que planeo correr Nueva York. Desenchufado de la chamba y los problemas cotidianos, me sentí como en las nubes: las piernas girando controladamente, sin dolor, sin dolor. La respiración, apenas agitada, casi como si estuviera haciendo el amor y nada más. Y no exagero... muy a gusto, muy tranquilo, muy motivado. Como si lo único que existiera en el mundo fuera yo, la pista, mi Garmin y mis piernas. Por eso digo que fué lo que se puede llamar un modelo de carrera de ritmo.
Hoy domingo, a las 7 de la mañana ya estaba en el volcán. El Nevado de Toluca me recibió con un clima relativamente benigno, con el termómetro marcando 1 grado centígrado, sin viento y con un cielo totalmente azul, salvo los bancos de niebla que se veían hacia el oriente y que casi cubrían por completo la vista del Popo y del Izta a la distancia. Después de pelearme casi media hora con mi Garmin 310 que no encendía, finalmente salí por la ladera del volcán hacia el cráter. Serían 5 kilómetros hasta justo donde se empieza a divisar la Laguna de la Luna y luego, el regreso al albergue de La Cadena. Las subidas pesaron un poco, pero pude ajustar el lento ritmo para poder aspirar aunque fuera alguna molécula de oxígeno, tan escaso a esas altitudes y poder mantener el trote al máximo posible. Que el máximo posible no pasaba de los 6:40 Min/km en los tramos con poca pendiente ascendente. Llegué a la ladera del cráter y, con los pulmones protestando, me senté en la primera roca que encontré, a recuperar aunque fuera un poco, el aliento. Un corredor vestido todo de negro que pasó de regreso al alberque me saludó con un cordial "vamos, vamos!" Lo dejé adelantarse unos metros y lo seguí hasta alcanzarlo. Me sentí grande cuando lo rebasé, solo para empezar a sentir el ligero mareo que la falta de oxígeno provoca a esa altitud cuando rebasamos el límite permitido de velocidad. Nos fuimos juntos un buen trecho, tal vez 2 kilómetros, hasta que él se detuvo, sofocado. Yo seguí, aprovechando la bajada, a ritmo de 5:30 Min/km hasta terminar mis 10 kilómetros en 1 Hora y 3 minutos. Los pensamientos místicos que siempre me atacan a esta altitud, no estuvieron ausentes en esta ocasión. Logré también visualizarme en el kilómetro 40, ya en Central Park, y por supuesto, no pudo faltar la loca idea de... luego les cuento.
De regreso en casa, me encuentro con la llamada de mi sobrina Sylvia Elena. "¿Te vas hoy, Tío? Como pusiste en el face: Start spreading the news, yo pensé..." No, respondí. Salgo el viernes de madrugada, si Sandy no dispone otra cosa...

Start spreading the news... I'm not leaving today (but next friday) :)

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