jueves, 28 de marzo de 2013
Un Maratón de Ensueño
Hasta el kilómetro 30 o 32 todo fué muy bien. Tanto, que los detalles no los tengo registrados en la memoria. No se bien en que kilómetro iba ni a qué ritmo; tampoco se por qué no checaba mi Garmin pero debe haber sido ya cuando la carrera era adulta, tal vez en el 35 cuando intenté acelerar, como siempre lo hago en todos mis maratones, pero la sensación en las piernas me confirmaba que el pavimento estaba chicloso y por tramos me impedía casi avanzar. Los tenis se pegaban tanto al asfalto que casi se me zafaban y cada vez era más difícil levantar los pies y avanzar aunque fuera solo un paso. La sed era inmensa y empecé a visualizarme sentado a la mesa con un enorme Hot Cake completamente embadurnado de miel de maple y mermelada de fresa encima y una jarra de Gatorade enfrente. Por momentos, la imagen del Hot Cake y la jarra de Gator lo eran todo y el esfuerzo por tratar de mantenerme en movimiento pasaba a segundo término. No se bien si fue ya por el kilómetro 40 cuando abrí los ojos, me levanté de un brinco y casi a ritmo de 4:00 min/kilómetro me dirigí a la cocina, impulsado por la sed y las ganas de comer algo dulce. Abrí el refri, tomé un botecito de yogurth de guanábana y me lo bebí de un jalón; me serví una rebanada de pay de limón, me senté en la mesa, empecé a comerme el pay acompañado de un vaso con agua y fué solo en ese momento que me cayó el veinte de en donde estaba. Terminé de comer y de beber y regresé a la cama a intentar reanudar el Maratón que había dejado inconcluso...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario