Triatlón Querétaro 16

domingo, 10 de marzo de 2013

56 Años

Recientemente cumplí 56 años de vida. Son muchos años vividos. Son muchos kilómetros recorridos.
Planeé celebrar mi 56avo cumpleaños corriendo Triatlón Valle de Bravo el fin de semana previo y Maratón Lala el fin de semana posterior a mi cumpleaños. Una semana de frenética actividad atlética, que culminaría meses y meses de entrenamiento en la alberca, arriba de la bicicleta y corriendo en el asfalto y en el trail.
A pesar de un accidente en la bicicleta, que me impidió subirme al podio en Valle de Bravo y a pesar de no haber corrido mi mejor maratón en Lala, sobreviví a mi semana de celebración de mi quincuagésimo sexto cumpleaños.
Ya desde los últimos kilómetros del maratón Lala empezaron a venir a mi mente algunas reflexiones, que después, en mi viaje de regreso a casa y en la semana posterior, fueron abandonando su escencia abstracta, pasando a ser ideas concretas, convicciones reales.
He pasado por muchas etapas en mi vida. Desde las casi difíciles de recordar épocas de estudiante, hasta las casi en carne viva etapas de mi carrera en la industria, pasando por supuesto, por todos estos miles de kilómetros en el asfalto, corriendo principalmente, pero más recientemente rodando arriba de la bici y braceando en la alberca y en el mar y lago. Durante la mayoría de estos años, a partir de que me convertí en corredor, he abrazado con vehemencia mi naturaleza atlética. Sí. Me considero atleta por naturaleza. Y es precisamente esta naturaleza atlética la que ha salvado mi vida. No sé de qué horrores o de qué infiernos me ha salvado o que habría sido de mí, no me queda claro qué rumbos habría tomado mi vida si esta adicción a los kilómetros no hubiera, hasta cierto punto, tomado control de mi vida. ¿Quién sería yo hoy, sin esta locura que es el maratón, las carreras, los triatlones... qué sería de mi vida sin esta locura preciosa. En qué volcaría mis pasiones. Qué vicio, adicción o hobby llenaría mis días? Mi familia es mi pilar fundamental, motor y sostén y Dios es mi referencia. Pero, más allá de mis fundamentos espirituales, ¿qué combustible me mantendría con vida?
No soy hombre religioso, pero muy a mi manera, corriendo he aprendido a reconocer la presencia de Dios. He sentido su infinito amor y he aprendido a comunicarme con Él. Se que soy amado y eso me mantiene vivo, pero aparte de eso, para hacer tierra, para sentirme parte de este mundo de una manera tangible, para ayudarme a saber quién soy, el Maratón, la carrera y la actividad física han sido fundamentales. Cuando tu trabajo y las presiones y tensiones diarias te hacen pensar que no hay mañana, Dios, la Familia y la Carrera siempre están ahí.
Este año cumplí 56 de vida y cumpliré 30 de corredor. Más de la mitad de mi vida ha estado soportada en mayor o menor medida por el asfalto. Gracias a Dios, Gracias a mi Familia, Gracias a la Carrera por estos 56 años.

1 comentario:

  1. Profundas y hermosas reflexiones , me han gustado mucho, con tu permiso me quedo por aquí

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