En
Febrero de 1991, mientras celebraba mi cumpleaños número 34 con mi
esposa Ruth y mis hijos Ruth y Gerardo (Sarah no estaba ni en planes aún), tomé
la decisión de viajar ese año al Maratón de Nueva York. Aunque tenía ya más de
un par de años sin incursionar en la distancia de Filípides, era ya un
maratonista experimentado y, aprovechando que un grupo de conocidos del club
Lomas Raquet de San Luis Potosí estaban organizando el primer viaje al NYCM de
los maratonistas de ese club, me uní a la legión de Potosinos en búsqueda de la gloria en la Gran Manzana.
Nunca
imaginé que en ese viaje, iba yo a ser testigo de una de las páginas doradas
escritas por los maratonistas mexicanos.
Si
bien en esos años los corredores mexicanos ya acaparaban los primeros lugares
de las carreras más prestigiosas en Estados Unidos, los triunfos en los maratones
de primerísimo nivel en el mundo eran incipientes. Aparte de los triunfos de
Rodolfo Gómez, Alejandro Cruz había ganado Chicago en 1988. Ese mismo año de
91, Maurilio Castillo había ganado Tokio con una muy buena marca para la época,
de 2:10:47 y Dionisio Cerón había estado a punto de ganar Rotterdam, al entrar
en segundo lugar con un 2:10:02.
El
keniano Ibrahim Hussein, que había ganado Boston la primavera de ese año, era
el gran favorito para ganar el maratón de Nueva York de 1991. Los aztecas
Andrés Espinoza, Isidro Rico y Salvador “El Halcón” García, destacados
corredores mexicanos ya consagrados en nuestro país, eran los principales
representantes de México.
Un par
de años atrás yo había visto a Salvador García triunfar en el Maratón
Tangamanga. En esa ocasión, ganó tan fácilmente que en tramos de la carrera iba
tarareando y cantando corridos de narcos, muy de moda en ese entonces. Antes de
esto, ya había ganado el Maratón de Puebla y algunos otros y había estado
participando constantemente en carreras de ruta en Estados Unidos.
Era un
tipo muy excéntrico. El viernes previo al Maratón de Nueva York, nos lo topamos
mi esposa y yo en la expo. Iba con una boina al estilo del Che Guevara, zapatos
blancos de charol y un traje azul marino ¡de terciopelo! Andaba muy cariñoso
con una rubia, que después supe que era europea, no recuerdo de qué país. Muy
guapa. Contrastaba notablemente lo sexy de la chica con el look estrafalario
del Halcón.
Salvador
“El Halcón Tarasco” García, conjuntamente con Andrés Espinoza e Isidro Rico, no
eran considerados ni remotamente dentro del grupo de favoritos. Se sabía que,
como todos los corredores mexicanos, eran aguerridos, pero no les otorgaban
ninguna posibilidad de subirse al podio. Sin embargo, las estrellas en el cielo
ya se estaban alineando para que todo fuera diferente y se vislumbraba ya el
surgimiento de una gran generación de maratonistas mexicanos, con el ya
mencionado triunfo de Maurilio en Tokio y el subcampeonato de Dionisio en
Rotterdam en ese año de 1991, e incluso, un día antes del New York City
Marathon que se corría ese fin de semana, otros dos mexicanos habían hecho el 1
– 2 en el Marine Corps Marathon en Washington: Carlos Rivas, había sido el
triunfador y René Guerrero el segundo lugar. Pero los expertos seguían
considerando a los corredores de siempre como los más probables triunfadores en
la Gran Manzana.
La
madrugada del domingo, día del Maratón, finalmente llegó. Sonó mi despertador a
las 3:30 AM, desayuné y completé todo el ritual de preparación para la carrera.
Había esperado con tremenda ansia ese momento durante todo el año.
Desafortunadamente, no llegaba en óptimas condiciones; había tenido que estar
trabajando un par de meses en la Ciudad de México, yendo y viniendo todos los
fines de semana. No había podido darle gran consistencia a mi programa de
entrenamiento. A pesar de ello, me sentía con preparación suficiente para
fijarme un objetivo de tiempo de 3:00 horas, que en aquella época era bastante
alcanzable para mí.
Ya formado en mi corral
correspondiente, hice lo que todo mundo hacía: me quité mi sudadera y pants y
los tiré a la orilla de la calle. El cañonazo de salida se escuchó como tal:
como un tremendo cañonazo que me removió todas las entrañas, tanto por el
sonido estruendoso como por la emoción del inicio de la carrera. Imposible
correr a ritmo los primeros tramos. En el puente Verrazano la emoción me
sobrecogió increíblemente. No era época aún de las cámaras digitales, pero
hubiera dado cualquier cosa por haber podido capturar en una foto las imágenes
de ese momento. Poco a poco se fue abriendo la multitud de corredores y fue
posible tomar un ritmo más decente.
En la
punta de la carrera, muy pronto empezaron a dar color los contendientes que
tenían posibilidades de triunfo, pero fue hasta después de la mitad de la
carrera, al cruzar el puente de Queensboro, donde el pelotón se redujo a solo 3
contendientes, dentro de los que estaban dos mexicanos. El gran Halcón García
iba en la pelea. También el chaparrito Andrés Espinoza se mantenía en la punta
y, además de los dos mexicanos, solo el gran favorito Ibrahim Hussein se
mantenía con vida. Otro gran favorito, Juma Ikangaa de Tanzania, no había
soportado el paso y se había quedado rezagado.
Al
llegar a la mitad de la carrera y ver la marca de la milla 13, yo me seguía
sintiendo perfectamente bien. El paso que llevaba había tenido que ser más
lento que el planeado, principalmente porque no se podía correr libremente por
tanta gente, pues yo no estaba acostumbrado a carreras multitudinarias, pero
también por las exigencias de la ruta, la extrema dificultad de los putos
puentes y el clima, que tampoco ayudaba. Por otra parte, mi ánimo era fabuloso
y la euforia cada vez se iba apoderando de mí, en parte por la gran cantidad de
mexicanos en las calles, que gritaban y gritaban muy emocionados, pues adelante
iban dos mexicanos lidereando la carrera, lo que nos dejaba a la paisanada
tremendamente emocionada para cuando los de más atrás pasábamos. Al llegar a la
First Avenue, por ahí de la milla 16, la gritería era ensordecedora y lo digo
sin exagerar. Muchísimos mexicanos, muchos más que en el resto del trayecto,
gritando, echando porras y animando a los corredores que identificaban como compatriotas;
y como yo llevaba una camiseta y short en con los colores patrios y la leyenda
de “México” en el pecho y en la espalda, toda la chicanada me gritaba
muchísimo. La emoción era extraordinaria. Hubo momentos en que el nudo en la
garganta casi se convirtió en más que eso, verdaderamente. Fue una emoción
extraordinaria, sobre todo en ese tramo, pero también en casi toda la ruta.
Normalmente en la salida y principalmente en la llegada de competencias
importantes, las emociones se nos agolpan a los corredores, pero nunca como en
esa ocasión he sentido tal emoción durante el trayecto de una carrera.
Alrededor
del kilómetro 30, El Halcón García empezó a acelerar ligeramente. Poco a poco
se fue despegando de los otros dos corredores punteros; al final, Hussein
comentó que había pensado que el movimiento del Halcón era solo para probarlo y
que lo podría alcanzar poco después, una vez que el Halcón regresara a su ritmo
anterior. Nuestro otro compatriota, Andrés Espinoza por su parte, también
comentó al final el movimiento del Halcón. Dijo que él sabía que Salvador
García no estaba blofeando, que venía muy fuerte y que el jalón que estaba
dando era definitivo, así que se concentró en darle la batalla a Hussein y
dejar ir al Halcón hacia la victoria.
Al
final, Salvador “El Halcón” García entró primero a la meta, con un tiempazo
para aquella época, de 2:09:28. Por su parte, Andrés Espinoza entró en segundo
lugar, con 2:10:00 e Ibrahim Hussein terminó tercero con 2:11:07. Fue una
tremenda demostración del poderío de los maratonistas mexicanos y de cómo toda
una generación de grandes atletas de nuestro país estaban irrumpiendo en la
élite mundial del maratón. A partir de ahí, los triunfos mexicanos continuaron
por varios años.
Ya
dentro de Central Park, el ruido y los gritos no disminuyeron y la emoción en
mí seguía creciendo hasta desbordarse. Desde la primera vez que alcancé a ver
la meta logré distinguir el tablero con el tiempo.
Faltaban tal vez unos 100 metros cuando alcancé a escuchar a mi esposa, gritándome tal vez
más emocionada de lo que yo iba ya en ese momento. Es la única ocasión (De
verdad, no ha habido otra; cursi no soy), en la que las lágrimas de cocodrilo se me salieron al llegar
a la meta. Mi tiempo de 3:08:19, muy malo para mis expectativas y para mis
estándares de aquellos años, fue lo de menos.
En el
área de recuperación, identifiqué a otros corredores mexicanos y a sus
familiares o amigos. La euforia por el triunfo de los dos mexicanos era grande.
Todo mundo estaba muy emocionado por ello y se organizaban porras a México; un
ambiente muy bonito y que no he vuelto a vivir en ninguna otra ocasión en una
carrera. Después de una tortuosa y agonizante caminata hacia el punto de
reunión acordado en Columbus Circle, llegué a donde mi esposa y
fue ese también un momento muy emotivo e inolvidable. Un par de horas después
de mi llegada a la meta logramos reagruparnos el contingente de club Raquet de
San Luis Potosí con los que iba e igualmente todos estaban eufóricos tanto por
la carrera como por el triunfo de nuestros compatriotas. Nos fuimos al hotel y
ese fue el final de la más grande aventura de maratón que he vivido.
No me imagino lo que debe ser correr en una maratón así , gestionar todas esas sensaciones no debe ser fácil. A veces en algún entreno , me imagino cruzando la línea de llegada y ya se me ponen los ojos llorosos .
ResponderEliminarEs bueno recordar esos grandes momentos vividos.
Un saludo
Mi estimado Gerardo, me encantado este post, al irlo leyendo, me emocione bastante y que decir de los mexicanos, grandes corredores de antaño, pero lo mas padre es que nosotros sin querer tambien somos parte de su historia, muchas felicidades crack!
ResponderEliminarMuy emocionante Gerardo. Sabía que en Méjico tenías grandes maratonianos, pero no sabía que tantos. Un saludo
ResponderEliminarGerardo que gran experiencia, este tipo de crónicas e historias de vida son las que hacen que a quienes las leemos nos motiven para seguir en este mundo del correr. Te felicito por tan emotiva crónica pero sobretodo por compartirla tan amablemente, me declaro tu fan.
ResponderEliminarTAL VEZ TU NARRACION , MUY BUENA POR CIERTO , CORRESPONDE A OTRO TIEMPO ( en meses ) DEBIDO A QUE ESTE MARATON SUELE HACERSE EN NOVIEMBRE Y NO EN FEBRERO COMO ALCANCE A ENTENDER , DE CUALQUIER MANERA FUE MUY GRATIFICANTE ESA VICTORIA PARA LOS MEXICANOS....
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