Triatlón Querétaro 16

viernes, 24 de julio de 2015

Garmin a Punto de Morir

Inmediatamente después de terminar mi corrida AmansaLocos de 30 kilómetros del pasado domingo, mi veterano Garmin Forerunner 310 XT empezó a fallar.
Primero se quedó pasmado, como si el pobrecito estuviera sufriendo un ataque cataléptico. Estuve casi media hora tratando de reanimarlo. No me importó nada; ni siquiera pude enfriar adecuadamente, ya no se diga estirar. Bueno, con decirles que ni ganas de rehidratarme me daban. Estuve intentando todas las maniobras de resucitación que he escuchado o leído que son útiles en estos casos y... nada. Mi pequeño "hijo de mi alma" no reaccionaba.

Con lágrimas contenidas en los ojos manejé hasta mi casa, pensando en todas las alternativas posibles que tenía delante de mí.

Con el alma partida en dos, conecté mi queridísimo Forrestrunner a la computadora, pensando que tal vez (tal vez) la respiración de USB a USB hiciera el milagro. Mientras hacía tal, un poco de calma y resignación llegó a mi mente y, sin mucho aspaviento empecé a checar la página de Garmin. Le di una buena revisada al nuevo Garmin Forerunner 920XT... https://buy.garmin.com/en-US/US/into-sp ... 37024.HTML

Maravilloso. Realmente maravilloso. Bonito, funcional, tiene todo, en pocas palabras.

Entonces, un pensamiento deleznable me invadió. ¿Y si desconecto definitivamente el Forrestrunner y de una vez (de una buena vez) pido el Forerunner 920XT? De inmediato, los remordimientos y el sentimiento de culpa me invadieron y logré reaccionar a tiempo. Me detuve y pensé: Mi hijo del alma no se merece esta traición y que lo abandone en momentos tan, pero tan difíciles.
Escuché vagamente gritos de "se te va a enfriar el desayuno", pero eso había sido tal vez unos 30 minutos atrás. De cualquier forma, me dirigí cabizbajo al antecomedor. El plato con los religiosos huevitos rancheros dominicales, mostraba signos de frialdad. El vaso de proteína sabor fresa me supo más a medicina que nunca, pero me lo pasé de un jalón, al tiempo que empezaba a degustar los huevos rancheros, el jamón (frito pero con muy poquito aceite) y los frijoles negros (las tres cosas ya heladas).
 
Y entonces, el diablo empezó nuevamente a hacer travesuras en mi mente. Pensé que podría organizar una "Blitzkrieg cibernética" y pedir de inmediato el 920XT. "Lo haré. Está decidido. Además, los huevos rancheros están fríos". Pensé que tenía el pretexto perfecto. Diría algo como "Lo sé, lo sé, ha sido un error y hasta un pecado, una ofensa a la memoria de mi hijo del alma, pero estaba deprimido. Era pedir el 920 o morir en el infierno de la depresión y el sufrimiento". Seguramente el regaño de la progenitora de mis hijos (de mis otros 3), sería leve, sumamente leve.

Y antes de que me fuera a arrepentir, me levanté de la mesa y (casi) corrí hasta la computadora. Si lo ordeno ahorita mismo, ya no habrá marcha atrás. Si me hago pendejo y lo pospongo, en una de esas cambio de idea. O que tal si el Forrestrunner 310XT resucita?. ¡No! Lo pido ya.

Llegué a la computadora. Ya estaba dormidita, con la pantalla negra, como homenajeando en sus últimos momentos a mi hijo del alma. La desperté y...

Hijo de tu p... mi alma: ¡reviviste!

Estos Garmin tienen más vidas que un gato. Malandrines Garmin, no hay forma de deshacerse de ellos. Ni modo, 920XT, habrá que esperar un poco más.

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