La ruta del Maratón de Boston es diferente. No solo no es un circuito, sino que es una ruta en bajada, en la que la salida y la meta están separados más de 35 kilómetros en línea recta. En total, de la salida a la meta hay un descenso neto de casi 150 metros. ¿Esto hace que Boston sea una ruta rápida y fácil? Rápida, tal vez. Fácil, ¡No! Al contrario, es una ruta muy difícil y traicionera.
Después de un rápido y ondulante descenso en la primera mitad del Maratón, se llega a Newton, mediana población de no más de 80,000 habitantes. Al llegar a la milla 17, ya en pleno Newton, empieza la porción más famosa y más retadora de la ruta. A partir de ahí y durante aproximadamente 3 millas, empiezan 3 empinadas subidas que preceden a la famosa y temida colina "Rompecorazones". La famosa Heartbreak Hill.
Para muchos, vencer la Heartbreak es la antesala del éxito en Boston Marathon. Para muchos otros, Heartbreak Hill es la entrada a un reto aún mayor: "La Milla Embrujada".
Existen muchas historias en las que se cuenta que la Milla Embrujada es el lugar en donde los grandes protagonistas del Boston Marathon desfallecen. En 1963, Mamo Wolde, campeón Olímpico en el Maratón de México 68, empezó a caminar en la Milla Embrujada después de liderar durante más de 30 kilómetros la competencia. Y como Wolde, muchos otros grandes corredores han sufrido igual ahí.
John "The Younger" Kelly, ganador de Boston Marathon en 1957 y 5 veces segundo lugar, la llama "El Cementerio de la Esperanza Perdida", porque muchos corredores llegan ahí casi a deshacerse.
La Milla Embrujada es casi plana y no es tan intimidante a primera vista como puede ser la colina Rompecorazones, a pesar de que corre por el límite del Cementerio Evergreen en Newton. Entonces ¿qué es lo que la hace tan difícil? Dicen los que conocen bien la ruta de Boston, que simplemente es el punto en donde está localizada; el momento en el que aparece. Después de conquistar con grandísimo esfuerzo las colinas de Newton, que son las más empinadas de la ruta, los corredores caen en la cuenta de que aún tienen por delante por lo menos otras 5 millas antes de llegar a la meta. Una vez que desaparece la euforia de haber conquistado la Rompecorazones, la cruda realidad de que todavía hay por delante casi 10 kilómetros de sufrimiento, con mucha frecuencia destruye el ánimo de los corredores.
Poco después viene "El Anuncio Embrujado". Se trata de un espectacular de la empresa Citgo que está en los últimos kilómetros de la ruta del Boston Marathon. En esos últimos kilómetros de la carrera, de pronto los corredores lo divisan a lo lejos y es desmotivante correr y correr y seguir viendo el anuncio siempre a lo lejos. Los veteranos de esa ruta recomiendan correr rehuyendo mirar el anuncio de Citgo y solo verlo cuando se pasa justo frente a él. Entonces, al dejar el anuncio atrás, según cuentan los maratonistas de imaginación más locuaz, el embrujo del Citgo se transmite al corredor, infundiéndole fuerzas suficientes para correr las últimas dos millas del recorrido.
En mi caso, cuando corrí Boston Marathon seguí los consejos y no miré el anuncio. Vi que apareció a lo lejos, aparté la mirada y no volví a verlo; ni siquiera cuando pasé frente a él. No sentí nunca el embrujo del anuncio sobre mis piernas, ni para bien ni para mal.
Así es Boston Marathon, por lo menos ese es el recuerdo que tengo de este maravilloso Maratón. Una ruta inolvidable, no tanto por sus características físicas, sino por todo el halo que la rodea antes durante y después de la competencia, y principalmente por lo maravilloso de su entorno y de la gente que la corre o que de muchas otras formas participa en este gran evento, The Boston Marathon, el que yo llamo "El Cielo de los Maratonistas".
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